Yucatán

COVID-19 obliga a persona con discapacidad a vender cacahuates en Mérida

Después de perder su trabajo a causa de la pandemia, Manuel Castillo se dedica a vender cacahuates en Santa Rosa
Al terminar su labor regresa a su casa en taxi, porque los metales de la silla se calientan y eso hace más difícil su traslado / Edwin Aguilar

El COVID-19 dejó sin trabajo a Manuel Castillo Varela y la diabetes lo obligó a ganarse la vida como vendedor ambulante. Se ha mantenido en estos últimos meses con la venta de cacahuates para sostenerse y tener una alimentación saludable.

Optimista y decidido busco como salir adelante, el comerciante de 39 años de edad y habitante de la colonia Vicente Solís, labora a diario bajo los intensos rayos del sol con tal de llevarse unos pesos a la bolsa.

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El meridano comentó que perdió la pierna izquierda hace dos años a causa de la diabetes. Trabajaba en una central de taxis, pero se quedó sin oficio porque la empresa se vio obligada a recortar su personal ante la pandemia.

En estos momentos, labora como vendedor ambulante en la calle 42 por 155 de la colonia Santa Rosa, en donde se instala de 8 de la mañana hasta las 12 de la tarde. Dicha zona es el cruce que une al Circuito Colonias y la X Región Militar. 

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Por su discapacidad se traslada en silla de ruedas a la dirección mencionada, “diario recorro alrededor de 11 esquinas, es un trayecto agotador y desgastante, pero lo tengo que hacer porque el dinero no llega sólo”.

“Perdí mi empleo por el COVID-19 y me las tuve que ingeniar para seguir generando ingresos. Debido a la poca movilidad que tengo no me aceptan en cualquier lado, así que a través del Facebook conseguí un proveedor de cacahuates y emprendí este pequeño negocio”, dijo.

Al principio vendía unas cuantas bolsas, y con el tiempo se dio cuenta de que el producto tenía potencial, “es un buen negocio y la gente lo compra, aquí lo peligroso es vender entre los carros, cuando el semáforo se pone rojo empiezo a ofrecer la mercancía con agilidad para evitar algún accidente”.

Don Manuel, compartió que, la pérdida de su extremidad le cambió la vida completamente, “en un inicio no lo aceptaba y estaba triste, pero con el tiempo me fui adaptando y ahora me siento contento por lo que hago. Vivo sólo y a pesar de tener un hijo no me alcanza para mantenerlo, así que está con su abuela”.

Además, dijo que, dentro de sus gastos más fuertes está la alimentación, “luego de perder la pierna comencé a cuidar más mi salud, así que empecé a comer saludable y comidas específicas; sin embargo, la dieta de un diabético es cara y apenas logró comer un 50 por ciento saludable”. Finalmente, compartió que al día logra ganar cerca de 200 pesos y a la semana supera los mil pesos en ventas. Señaló que cuando termina de trabajar regresa a su casa en taxi porque los metales de la silla se calientan y eso hace más difícil su traslado. 

SY