Integrantes de la cooperativa “San Pedro”, conformada por 10 mujeres artesanas, luchan por subsistir ante los embates de la pandemia, pues a raíz de esta enfermedad ya casi no les llegan clientes a sus talleres, por lo que tienen que implementar nuevas estrategias para tratar de vender y lograr ganarse unos pesos para la comida.
Las mujeres artesanas ofrecen diferentes prendas con bordados de máquina, blusas con bordados calados y otras técnicas, vestidos, shorts, entre otras, buscando satisfacer la necesidad de los clientes.
Mireya Palomo, de 55 años, quien coloca su venta para exhibir en un jacal improvisado, señaló que los modelos que venden son de sus creaciones e igual los dibujos de cada prenda pues trata de que cada ropa sea diferente en modelos y matices en los bordados para hacerlos llamativos y puedan venderlos.
Señaló que para tratar de vender salen sábado y domingo, pues la venta está muy baja, por lo que trabajan la parcela y cítricos para poder apoyarse pues la artesanía que elaboran tiene poca salida, ya que en ocasiones venden dos a una prenda.
“Desde hace un año que estamos así, ahora vendemos muy poco; a veces dos o una blusa y en otras ocasiones no vendemos nada; así no podemos vivir, tratamos de solicitar algún apoyo, pero hasta la fecha ninguna autoridad se ha fijado en nosotras”, dijo.
Agregó que inició bordando a los 13 años de edad, gracias a su madre Arsenia Uc, que tuvo la paciencia para enseñarla para tener un oficio que pudiera apoyarla en su economía familiar pues anteriormente había demanda.
Mencionó que inició bordando con una máquina de pedal, empleándose en bordados de cortes y tiras de zapato de folklor, por lo que ganaba un salario mínimo. De ahí emprendió el bordado de prendas, que al principio le iba muy bien, pero todo se detuvo a raíz de la pandemia.
Su compañera, María Antonia Xix Kankan, de 57 años, compartió que hace 11 años inició en el bordado de prendas usando diferentes técnicas pues le gustaba el arte del bordado y matiz en los diseños.
Compartió que aprendió gracias a una señora que identificó como Lucia, y se independizó hace 11 años, pues vio que con esta gran labor podría emplearse y apoyar la economía familiar pues su esposo trabaja en el campo y no es tan redituable.
Dijo que inició costurando para otras personas y sólo le pagaban las hechuras. De ahí fue consiguiendo material de poco en poco hasta emprender con sus propias prendas creando diseños y diferentes bordados.
Por la pandemia dejaron de recibir compradores en sus domicilios por lo que construyeron jacales rústicos a la vera del camino de la ruta Dzan-Mani para exhibir las prendas que ellas diseñan, con la esperanza de vender y no tener estancado su inversión.
Mencionaron que ellas dos salen los sábados y los domingos. Las 10 que integran la cooperativa para exhibir todas las prendas, igual piden que alguna autoridad vuelva la mirada hacia ellas para que las apoye con algún crédito para poder subsistir ante esa pandemia pues desde el inicio de la recesión económica no han podido vender como esperan y eso las afecta en su economía.
SY