Con el sol brillando, el mar despejado y la arena limpia, decenas de visitantes locales y extranjeros comenzaron a llenar el malecón de Progreso; los trabajadores de este sector expresaron que aunque la jornada no rindió frutos como se esperaba, mantienen la esperanza de ver alza económica el sábado y domingo, al igual que los dos últimos fines de semana.
Desde temprana hora del día, la gran afluencia se evidenció con el embotellamiento que se registró en las glorietas del libramiento periférico, zona en la que los autos llegaban de la capital yucateca al primer cuadro o a los puertos aledaños.
Comerciantes locales agradecieron las constantes visitas que tuvo el Zoco; inmueble que se había sostenido gracias a la clientela local: “ya dejé de tener miedo de la gente de afuera, nosotros ponemos de nuestra parte para que todos los protocolos de sanidad sean respetados, al final si nosotros quebrantamos esas reglas perdemos, por eso es mejor invertir y ajustar la cartera, pero tener trabajo seguro, sin temor a un cierre”, expresó Armando Tamay, trabajador de un puesto de tortas.
En el malecón los viernes sin una sola alma han quedado atrás, según los trabajadores de los negocios de comida, tuvieron comensales que gustosos aceptaban ir a degustar platillos con productos del mar y relajarse en la arena. Llamó la atención la numerosa cantidad de adultos mayores que acudieron en familia; la mayoría eligió meterse al mar.
Los artesanos no corrieron la misma suerte. El gremio indicó que los turistas prefieren la comida, pasar ratos de esparcimiento y regresar a su lugar de origen.
“Desde la mañana que ‘montamos el circo’ no vendimos nada. Es la una de la tarde y sólo un cliente vino. Sí sale para el gasto con mucho trabajo y esfuerzo”, dijo Guillermo Castillo Vásquez.
Como siempre, los mismos comerciantes y prestadores de servicios auguraron unos llenos totales, tal como se ha registrado en los fines de semana posteriores a la apertura de playas.
El joven César Angulo Torres, quien padece una discapacidad del habla, pero aún así se levanta muy temprano y viaja desde el fraccionamiento Flamboyanes.
Su oficio es acomodador de autos y quiere superar sus metas por medio de la remuneración que le otorga el sector turístico: “No me importa si me voy con uno o cien pesos, vengo a trabajar por mi mamá y mis hermanos”, finalizó.
JG