José Prudencio Coot Che, de 70 años, es un hombre de la comunidad que ha dedicado 40 años de su vida al oficio de la talabartería, el arte de trabajar diversos artículos de cuero; mismo que lo ayudó a sacar adelante a su familia.
Sentado junto a su área de trabajo, “Don Pruden”, como es conocido cariñosamente en su terruño, platicó en lengua maya de sus inicios en el laborioso oficio y cómo ha “sorteado” la crisis que ha desencadenado la contingencia sanitaria por el COVID-19.
“Ya era adulto cuando decidí aprender este oficio, de hecho, ya estaba casado. Antes me dedicaba al trabajo de obras en la carretera, pero pasaba mucho tiempo fuera y no veía mucho a mis hijos, por eso decidí aprender otro trabajo”, indicó.
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Fue así como emprendió el viaje a la ciudad de Ticul, para buscar a un mentor que le enseñara el trabajo de la talabartería, mismo que halló en el mercado municipal con “don Pancho”. Posterior, conoció a Goyo Nah, en Chapab, quien fue otro de sus maestros.
“Iba los sábados y domingos para que me enseñara. Todo lo que me decía lo iba anotando. Ahora, con 40 años realizando este oficio, ya conozco el trabajo, desde las medidas y el material para cada zapato”, externó.
Actualmente, Prudencio Coot mantiene su pequeño taller en su predio, una antigua casona, ubicada sobre la calle 23-A entre 28 y 30, donde elabora, desde zapatos para trabajo fuerte, las tradicionales alpargatas, entre otras piezas a base de cuero e incluso de llantas.
“Elaboro los tradicionales sapos y las cruzadas que usan principalmente los señores, los caclis o alpargatas para las vaquerías, ya sea de suela o neolito y hasta algunas chanclas, también reparo zapatos y hago cambio de suelas”, manifestó el hombre, mientras alistaba unas piezas.
En su taller, se puede observar una antigua máquina de coser de la marca Singer en óptimas condiciones, que se ha convertido en su aliada para crear laboriosos zapatos; así como varias herramientas desgastadas por el constante uso y el paso de los años.
A sus 70 años de edad, el hombre continúa realizando el oficio de la talabartería. “Ahora, con mi edad avanzada, ¿dónde voy a ir, qué trabajo haré? Ya después de los 50 años no te dan trabajo, así que mejor sigo trabajando en mi casa como lo he hecho desde hace 40 años”, aseveró.
Coot Che es una persona activa, que intercala las actividades de la talabartería con el duro trabajo del campo. Comentó: “cuando me aburro, me voy un rato al monte, así es mi vida”.
SY