Según José Luis Palomo Castillo, exempleado de "El Corchito”, la reserva natural ubicada en Progreso, está viviendo en estos días, quizás, su peor época desde su fundación a finales de los ochentas, debido a la poca fauna que sobrevive por el 90 por ciento de los manglares secos, un ojo de agua cerrado al público por deterioro, población de apenas seis coatís y tres mapaches sobrevivientes de un grupo de 30 y otro de 60, respectivamente, que había antes del 2015; a esto se suman sus problemas administrativos que conllevaron al despido de los fundadores del lugar, quienes decidieron ponerle fin a su cooperativa y pasar a ser burócratas en la administración de Rolando Zapata Bello y Enrique Magadán Villamil en Cultur.
Entrevistado en su domicilio, Palomo Castillo argumentó que los mejores años del lugar ya pasaron, debido a la descendiente asistencia del público que tan sólo a principios de hace dos décadas, esperaba hasta cuatro horas para tomar un tour dentro del mangle.
“Era una locura, recuerdo tener en un fin de semana a casi 100 familias en lista de espera, por años ‘El Corchito’ fue por y para el pueblo, ahora se convirtió en un sitio más administrado por el Gobierno que no otorga al asistente la misma experiencia”, dijo.
El octogenario recordó los días en que se realizó la fundación de la reserva, precisamente luego del huracán “Gilberto”, en 1988, cuando un grupo de hombres de mar avistaron el sitio tras encontrar varios ojos de agua. El objetivo en un principio fue la creación de un ingreso extra, debido a que la pesca en ese entonces pasaba por días de baja producción.
Parte de sus fundadores fueron los hermanos Felipe de Jesús y Luis Manuel Argáez Pech; José María Palomo Castillo, José Alberto Casanova Dzul, Jorge Lázaro Chumba Herrera y Henry Limbert Velásquez Castillo, quienes al día de hoy ya han sido despedidos del lugar y dejando en segundo plano a la Cooperativa que durante años defendieron.
José Palomo también expresa que durante varias décadas soportaron embates de fenómenos meteorológicos, aunque fue el huracán “Isidoro” el que más trabajo les dejó luego de pasar el fenómeno por la Península.
“Se hizo un trabajo en el cual orgullosamente digo que participamos no sólo quienes conformábamos la cooperativa, sino también el mismo pueblo progreseño, entre todos trabajamos para levantar de nuevo 'El Corchito’, pero aclaro, lo hicimos bajo un previo estudio que elaboramos con maquetas, que desgraciadamente es lo que noto que les falta hacer a la gente de Mérida que tiene las riendas de la que fuera nuestra casa por años”, afirmó.
Última inspección
Actualmente, los desperfectos por los que atraviesa el “Corchito” no son expuestos al público, que al no ser conocedor se va con la finta de que está en un lugar rodeado de la naturaleza.
Mediante un recorrido, con cámara escondida, se constató que llegando desde un bote a la zona de manglares y ojos de agua, existe una serie de casilleros metálicos que provocan deterioro a las áreas verdes que tienen alrededor; estos lockers se rentan al público.
“Hay muchas anomalías, pido que las autoridades tengan conocimiento de esto porque ahí adentro sucede un ecocidio que cada día aumenta, la gente joven que hay ahí no sabe ni aprecia el esfuerzo que los progreseños hicimos por levantar la reserva, diría que el ‘Corchito’ muere lentamente, quizás en unos meses veamos su cierre a causa del deterioro en todas sus áreas”, expresó el entrevistado.
Fue precisamente en el año 2015 cuando se realizó la última inspección dentro de la reserva natural por parte de la Profepa, investigación que estuvo a cargo del biólogo José Antonio Cuá Pech y el maestro en Ciencias Luis Antonio Balam Ek. Esto fue mediante el expediente administrativo NUM.PFPA/37.3/2C.27.5/0032-15 en la orden de inspección Num. PFPA 37.3/8C.17.5/0081/2015 en el acta de inspección Num. 37/059/0032/2C.27.5/2015.
Dentro de dicho documento, en la especificación 4.18 se establece que queda prohibido el relleno, desmonte, quema y desecación del humedal de la vegetación de humedal costero. La regla contradice el camino de grava que se tiene en varias partes del lugar en estas fechas.
Las faltas a lo anterior podrían ser sancionadas de acuerdo a la Norma Oficial Mexicana NOM-022-SEMARNAT-2003.
De igual forma se establece que, en aquel entonces, el interior se conformaba por: un embarcadero-recepción de 40 metros cuadrados, un ojo de agua de 592 metros cuadrados, un sendero interpretativo de 146 metros de largo por 1.50 metros de ancho y un par de manantiales con 580 metros y mil 398 metros cuadrados respectivamente.
Negligencia quemó el manglar
Uno de los entrevistados que aún labora en el lugar, pero que prefirió mantener el anonimato, relató que durante las tormentas Gamma y Delta, en el último cuatrimestre del 2020, no se hizo un estudio previo, por lo que el desagüe obstruyó los intercambios de corriente y provocó que el agua fermentara en los ojos de agua y provocara la formación de ácido que quemó los manglares.
“Esos mangles que ahora están desapareciendo nos los había otorgado la Comisión Nacional Forestal a través del Fonden en el año en que ‘Isidoro’ impactó en el Estado, son 40 mil mangles que ya han comenzado a destruirse”, aseveró José Palomo. Asimismo, el saldo total que fue donado a la entonces “Cooperativa el Corchito” fue de 360 mil pesos.
“Cuando pasamos a formar parte del ‘Corchito’ como empleados, el primer día se mandaron a cortar unos 40 mangles para colocar unas guacamayas, y según que para tener una mejor vista, lo que la gente nueva no sabe es que el mangle no se puedo podar, no es una especie de vegetación que se utilice de esa manera, es raro porque sabemos que incluso hay una bióloga en el lugar que asesora a los empleados”, agregó.
Parte de las acciones para asegurar una demanda en el “Corchito” se dijo que iba a correr a cargo del grupo “Indignación”, con base en Cheblekal, pero al parecer sólo fueron rumores.
Clausuran uno ojo de agua
El ojo de agua “Venado”, cuyo paso está restringido por motivo que la administración no ha hecho saber a través de un comunicado, se encuentra en el primer cuadro del lugar; los caminos que llevan a esta zona muestran una tala de varios mangles y el ojo de agua totalmente abandonado. Así como también instalaciones como butacas de madera y cercas.
“La demanda tendría que provenir de la sociedad, unirnos como progreseños sería un paso importante para dar a conocer los impactos a la naturaleza que está realizando la actual administración, en el que alguna vez fue considerado ‘el pulmón de Progreso’”, señaló Palomo Castillo.
Según el entrevistado, en este momento, la población de animales, que es uno de los atractivos por los cuales se hizo famoso el sitio, apenas es de seis coatíes y alrededor de tres mapaches, cuando en la última administración a cargo de sus fundadores, éstos eran más de 60 ejemplares entre ambas especies.
“Me acuerdo que en un momento hice una jaula para darles de comer a los coatíes y mapaches, recuerdo haber visto hasta 40 de ellos en ambos espacios buscando alimento”, platicó Palomo.
También la acuacultura ha sido olvidada, pues incluso en el “Corchito” se llegó a tener una generosa producción de mojarras y huachinangos que constantemente recibían atención y se respetaban sus etapas de reproducción.
Despidos injustificados
Por último, los fundadores del “Corchito” fueron desplazados de la reserva natural, luego de más de tres décadas al frente del servicio a la comunidad progreseña y turistas, como se sabe, Cultur, en septiembre de 2015, adquirió el lugar e hizo burócratas a algunos miembros de la cooperativa, sin embargo, por motivos injustificados, según los afectados, fueron dados de baja sin respetar que tenían una plaza y sin otorgarles una pensión que les ampare el resto de sus vidas, ya que todos sobrepasan los sesenta años de edad.
Los despedidos hasta el momento son: los hermanos Felipe de Jesús y Luis Manuel Argáez Pech; José María Palomo Castillo, José Alberto Casanova Dzul, Jorge Lázaro Chumba Herrera y Henry Limbert Velásquez Castillo, los dos últimos sin posibilidades de salir de casa por diferentes males que padecen desde hace varios años.
El caso no ha llegado a un arreglo, aunque José María Palomo afirma que las juntas con el Patronato Cultur, han sido constantes pero sin solucionar el asunto.
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JG