La mancha urbana en Mérida se ha expandido sin control, debido a la venta de ejidos y el boom inmobiliario que ha aprovechado estos suelos para captar población de la misma entidad, así como de otras partes del país, e incluso, con la especulación de que extranjeros migren al estado por tratarse del lugar de México más seguro para vivir.
En los últimos 30 años, la superficie urbana de Mérida casi se duplicó al pasar de ocho mil 121 hectáreas en 1990 a 15 mil 388 en 2019, lo cual equivale a un crecimiento de 89 por ciento en un lapso de tres décadas y que hoy representa la quinta parte del suelo urbano de la península.
Así lo muestra una investigación cartográfica sobre la expansión de megaproyectos en la Península de Yucatán desarrollada por la organización GeoComunes y el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura presentada el año pasado.
En dicho análisis señalan que en Mérida el crecimiento urbano anual promedio en un lapso de 30 años fue de 2.2 por ciento y en términos de superficie, la expansión urbana fue de siete mil 267 hectáreas, casi el doble de lo que había hace tres décadas en la capital de Yucatán.
Sin embargo, la expansión de la mancha urbana en los alrededores de Mérida no es sinónimo de desarrollo económico y progreso social, debido a que en algunos casos no ha sido en función del crecimiento demográfico de la Entidad, por lo que hay muchas viviendas abandonadas, explicó Ricardo López Santillán, investigador del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales (CEPHCIS) de la UNAM.
El desbordamiento urbano, dijo, está ligado, al boom inmobiliario que le ha apostado a que mexicanos de otras Entidades y personas extranjeras, especialmente de Estados Unidos, busquen migrar a Yucatán, lo cual aún es incierto y esto ocasiona que miles de viviendas no estén ocupadas, pero que requieren mantener servicios como agua, drenaje y energía eléctrica.
“La paradoja es que las ciudades están creciendo, pero la población no. Vemos déficits de vivienda, pero hay abandonada o desocupada. Mérida es uno de estos casos, porque el crecimiento demográfico de la ciudad no es tan importante como para tener crecimiento en construcción y territorial en la zona metropolitana de Mérida”, alertó el sociólogo.
Aunque la construcción de desarrollos inmobiliarios ha sido legal, comentó que la expansión urbana es “demasiado inconexa y con falta de dotación de servicios y es muy caro para mantener a una ciudad, porque hay mucho desorden urbano, y mucho frenesí inmobiliario”.
En entrevista con POR ESTO!, el investigador del CEPHCIS insistió en que la ciudad de Mérida a nivel demográfico no ha tenido crecimiento de población, el único caso que registra crecimiento de población es Kanasín y entonces cuestionó por qué se construye tanto para una población que no crece, lo cual “es una economía del ladrillo bajo esta idea de que otros mexicanos se van a ir a vivir a Yucatán”.
Pero este boom inmobiliario ha ocasionado que “haya una ciudad inconexa, es decir varios nodos dispersos y eso la encarece, porque hay que pavimentar las calles y eso incluye otros servicios y es una inversión pública porque se requiere infraestructura y la vuelve inconexa, porque hay que desplazarse de un lugar a otro, hay que hacer largos recorridos se requiere transporte privado porque el transporte es de pésima calidad y no es directo”.
A escala estatal, la urbanización actual de Yucatán representa el 48 por ciento del total de la península, Quintana Roo representa el 35 por ciento y Campeche el 17 por ciento.
De acuerdo con la investigación de GeoComunes, Grupo Sadasi, el conjunto de empresas que cuenta con mayor cantidad de construcciones en la Península, actualmente promovió tres complejos habitacionales en Mérida que fueron Las Américas, Los Almendros y Los Héroes de Mérida.
El académico de la UNAM apuntó que en 2015 la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Conapo y el INEGI hicieron una nueva división de la Zona Metropolitana de Mérida, incluyendo municipios que, desde su punto de vista, no cumplían criterios para ser parte de esta zona urbana.
Antes de 2015, la Zona Metropolitana estaba conformada por Kanasín, Umán, Conkal y Hunucmá, pero en la nueva división, las dependencias federales agregaron municipios como Acancéh, Timucuy, Tixkokob, Tixpéhual y Samahil, aunque “los criterios que dieron de conurbación física no se cumplían y de integración funcional tampoco”.
“Deliberadamente se creó una zona metropolitana extensa y llama la atención en un contexto en el que no hay un organismo que realmente regule a nivel metropolitano la ciudad, es decir, no hay una coordinación franca entre todos los municipios que forman parte de la zona metropolitana, ni siquiera los que están conurbados como Kanasín, Umán y Conkal que son los más poblados”, aseveró Ricardo López.
En 30 años, Progreso creció el triple de la superficie urbana que tenía en 1990, pasando de 532 a mil 558 hectáreas, mientras que Kanasín pasó de 441 a mil 468 hectáreas, es decir que creció más del triple, por encima de Mérida y Progreso.
Pero esta expansión urbana ha detonado problemas sociales en vez de resolverlos y ofrecer mayor desarrollo humano y progreso social, porque el transporte público entre estas ciudades es precario.
“La urbanización sobre tierras ejidales ha sido desbordante, pues en Yucatán aumentó de 25 por ciento en 1990 a 77 por ciento en 2019”, lo cual tiene pros y contras, porque este crecimiento no siempre es en función del aumento poblacional, sino que las tierras ejidales han sido vendidas y los desarrolladores inmobiliarios han acaparado estos suelos.
Para el investigador estos espacios de vivienda han deforestado y no existe la garantía de que cumplan con la normativa ambiental, además de que generan islas de calor porque todo es concreto y aire acondicionado, por lo que se están perdiendo cinturones verdes que causan un impacto ambiental negativo.
Síguenos en Google News y recibe la mejor información
JG