Han pasado dos años y la familia aún no supera la muerte de uno de los pilares de la casa. “Juan N”, un pariente cercano que quiso guardar el anonimato, platicó con POR ESTO! la historia de su tío, porque está convencido que el suicidio no es una opción y que toda la sociedad debe hacer conciencia y estar pendiente de las señales, que los seres queridos muestran cuando han perdido el deseo de vivir.
“Juan N” recuerda que su pariente era una persona tranquila, vivía en la colonia Emiliano Zapata Sur con su familia, con quien tenía una pequeña cocina económica, “le gustaba beber,y aunque no se consideraba alcohólico, si bebía con frecuencia, siempre en su casa con otro pariente o solo”.
Sin embargo, su salud comenzó a mermar, por lo que decidió ir al doctor para que le diera algo que lo hiciera sentir mejor, pero el médico le diagnostico diabetes.
“Un día, un descuido y se lesionó el pie, pisó un clavo, pero no le hizo mucho caso, nada parecía mal, hasta que vio que no cicatrizaba del todo la herida, regresó al médico, solo para que le dijeran que le tenían que amputar la pierna. Nadie pensaba que esto podría ocurrir”, dijo.
El tío comenzó a sufrir depresión, “decía que ya no servía para nada, que no era una persona normal y que se quitaría la vida”. Sus hijos y su esposa lo llevaron a terapía en el hospital Psiquiátrico, “incluso le dieron el alta, pero no tardó en seguir deprimido y con la intensión de quitarse la vida”.
Semanas después de su salida del Psiquiátrico, hizo su primer intento de suicidio, quiso colgarse, pero la familia, que estaba pendiente, logró detenerlo.
Pasaron varios meses, sus hijos y su esposa lo llevaban a trabajar a la cocina económica, lo animaban que para que olvidara esos deseos de morir.
Sin embargo, un día, su esposa tuvo que salir a entregar pedidos, habían pasado meses del primer intento de suicidio, así que todos creyeron que ese capítulo en su vida ya estaba superado.
La imagen que la esposa vio a su regreso del mandado, cuenta “Juan N”, jamás podrá borrarse de su mente y su corazón, finalmente, su esposo se quitó la vida, se colgó en un cuarto de su casa.
La primera reacción de su esposa fue llamar a sus hijos, y una ambulancia, pero ya no se podía hacer nada, la tristeza sobrevino a la familia, tanto que decidieron derrumbar el cuarto donde encontraron el cuerpo.
No volvieron abrir la cocina económica, lo que ha disminuido su ingreso económico, tuvieron muchos gastos funerarios, incluso hubo semanas que no tenían que comer.
Con el tiempo, los hijos y la esposa han retomado sus actividades, pero sobre todo su viuda aún se despierta llorando y gritando, recordando la triste imagen de su esposo colgado. Los vecinos los apoyaron para que puedan volver a hacer su vida “normal”, aunque para ellos nada ha sido normal, cambiaron su actitud hacia los demás.
“Juan N” dice que en el círculo más cercano de la familia no se habla de él, ni de lo que ocurrió, porque todos terminan llorando, “esto no debería de pasar, nadie debería de pasar esta situación porque es muy lamentable”.
A la pregunta sobre su opinión a los más de 200 suicidios que llevamos en el estado, dijo que es triste, “sobre todo porque cada vez son más jóvenes quienes lo hacen, aunque no hay algún rango de edad para que esta tragedia enlute los hogares”.
Recomendó estar más atentos a las personas a nuestro alrededor, “hay comportamientos que nos advierten cuando una persona va a intentar atentar contra su vida, que a veces ignoramos o no le damos importancia y eso después se lamenta, a la primera sospecha que se tenga, hablar con ellos y estar más atentos a sus acciones, esto evitaría más suicidios”.
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JG