Pescadores del puerto de abrigo en Progreso y ribereños, auguran que vendrá una crisis económica para por lo menos 700 hombres de mar de los 3 mil con los que cuenta el padrón en la ciudad y sus comisarías pesqueras cercanas, pues la veda del mero y la del pulpo sentenciará al desempleo a varias flotas.
“Los más jóvenes se salvan porque pueden ser útiles, los pescadores más viejos son los que tienen que quedarse descansando porque nadie te da trabajo con más de 45 años, curiosamente los que tienen más experiencia son los que no faltan en los viajes, porque saben dónde hallar los ejemplares mientras los chavos están en la banca. La bronca también se va a resentir con los pagos que van a hacer los permisionarios en varadero y en rehabilitaciones de los barcos, ahí probablemente bajen los sueldos de los marinos que toman para que se queden trabajando en tierra con ellos y facilitarles la espera en lo que se puede volver a ir por mero”, sostuvo Hugo Mendieta Esquivel, pescador de 47 años de edad.
Como se sabe, a partir de este año las autoridades marítimas empezarán a cobrar 5 mil 822 pesos, que corresponde a hasta 200 Unidades de Arqueo Bruto (UAB), cada vez que un navío de embarcación mayor permanezca en el varadero para hacer reparaciones.
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En estos días, se destacó que varios navíos se encuentran arribando al embarcadero mencionado con tonelajes que superan los 250 kilos de mero, mismo que comienza su época de prohibición el martes 1 de febrero.
Uno de estos barcos, fue el “Navegante I”, que trajo una tonelada con 200 kilos de especies de escama y cuyo patrón es Luis Manuel Ríos, quien asegura que corrió con suerte, pues fue elegido por el dueño de la flota a la que pertenece para realizar rehabilitaciones en cubierta durante los siguientes meses, a pesar de que el sueldo no es lo mismo, pues solo un anticipo para ir en busca de pulpo ronda entre los 5 mil y los 8 mil pesos, mientras ahora varios de sus compañeros se conformarán con un sueldo que va entre mil 200 a mil 500 pesos por semana.
“Regularmente el dueño te da trabajo cuando no hay viajes en altamar, no es tan redituable como el zarpar al mar, pero por lo menos es algo seguro, estos tiempos son los más difíciles para nosotros, contamos los días para volver a pescar”, aseguró.
Parte del panorama que ofrece el puerto de abrigo es el de flotas completas dedicándose de lleno a este tipo de trabajos, mismos que envuelven la labor con fibra de vidrio, albañilería, limpieza, carpintería, electricidad, entre otros.
Un pescador que corrió con destino diferente es Santiago May Ramírez de 68 años de edad, hombre experimentado en este rubro que como optativa de trabajo comenzó a vigilar embarcaciones de conocida familia progreseña, mediante turnos de 24 horas, esto contra su voluntad, pues solo la edad y los tiempos de economía en descenso para el pescador, lo orillaron a retirarse del gremio tras casi dos décadas de prestar su esfuerzo al mar.
“No quería, pero la vida del pescador es un sube y baja, ahorita por ejemplo están abstenidos varios de los compañeros a los apoyos de Gobierno, pero si cuentan con familias y no alcanzaron un lugar para trabajar con sus patrones de ley, tienen que salir a buscar alguna labor improvisada, la economía es uno de los principales enemigos de quienes estamos inmersos en esto”, confesó el adulto mayor, quien agregó que por cuidar los navíos recibe mil 900 pesos semanales y producto en caso de que así lo destinen sus jefes.
Actualmente, se espera cerrar la temporada de mero con 5 mil toneladas como meta, esto para igualar la misma cifra del año pasado, la cual tuvo limitaciones por la entrada de la pandemia al Estado.
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CC