El Cementerio General de Mérida se consolida como atractivo turístico de arte funerario, cuyo principal seductor es la joven esposa incrédula amante de los bailes, cuya escultura de mármol de Carrara muestra que ella levanta un extremo de la sábana que envuelve a su marido, para corroborar si realmente está muerto.
De igual forma, hay una estatua de una mujer que cabizbaja y tocándose el pecho con la mano derecha, llega hasta el mausoleo de su hijo, a quien le lleva un ramo de flores.
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Diversas son las obras de arte funerario que se exhiben, la mayoría de las esculturas son de tamaño real, elaboradas de mármol de Carrara, en menor medida se utilizó la piedra caliza, y menos frecuente es el granito, fenómeno similar ocurre con las fachadas de los mausoleos con capilla.
Diversas empresas turísticas brindan entre sus servicios efectuar recorridos por este camposanto, y el sitio más frecuentado es el mausoleo de Álvaro Medina R., quien falleció en febrero de 1905, cuya obra es del escultor Tommasi.
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El artista exhibe a una mujer lujosamente ataviada con un vestido largo y de manga larga, finamente elaborado, en cuya mano derecha tiene un anillo de boda, el cual le obsequió su esposo, un hombre de edad avanzada.
La mujer está ligeramente inclinada junto a una cama, en la cual está el cuerpo de hombre cubierto con una sábana, cuyos pliegues son notables, lo que da un mayor realce.
Lo que más llama la atención de los presentes es que la dama tomó un extremo de la sábana con la mano derecha, y al alzarla se aprecian dos almohadas y parte del costado derecho de la cabeza, específicamente se observa su cabello, así como su oreja.
Mientras que con su extremidad izquierda, la mujer toma la mano del occiso, que está envuelta con la sábana y fuera de la cama.
El mayor realismo lo demuestra el rostro de la mujer, cuyo cabello está recogido en un chongo, sus ojos y su boca están bien abiertos, como muestra de incredulidad.
De acuerdo con la tradición oral, la figura representaría a la joven esposa del difunto, quien era amante de los bailes, y que al regresar subrepticiamente de uno de ellos fue notificada de la muerte de su consorte.
Con incredulidad se acercó al lecho de muerte para constatar lo ocurrido, de ahí la expresión perpleja y angustiada que exhibe su rostro.
El original se encuentra en el cementerio de Staglieno, en Génova, Italia, y pertenece a Raffaele Pienovi, quien feneció en 1879, fue esculpida por Giovanni Battista Villa.
Mientras que en el mausoleo del niño Humberto Losa Trujillo, quien falleció el 2 de marzo de 1921, hay una escultura bellamente tallada, cuyo artista anónimo dio sutiles detalles a la obra, como los pliegues de la vestimenta, la anatomía de una mujer.
La figura tiene el pie derecho y la pierna flexionada sobre el escalón que da a la puerta, como si deseara no llegar, por el gran pesar que refleja su rostro. El artista la plasmó cabizbaja, la mano derecha la tiene en el costado izquierdo de su pecho. En tanto, su mano izquierda sostiene un ramo de flores, entre las cuales se aprecian rosas y margaritas, que serían la ofrenda para el menor de edad.
Del otro extremo de la necrópolis está la figura hecha de yeso de una mujer, está recostada en una tumba de seis niveles y en cuyo antebrazo izquierdo hay varias flores.
La figura, deteriorada por el paso del tiempo, lleva una vestimenta larga y está descalza, además tiene el pelo largo, con una trenza.
En la parte superior, sobre un pedestal, está Jesús con las manos y brazos extendidos hacia abajo, con la intención de consolar a la mujer.
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CC