Un pescador oriundo de Sinanché se convirtió en el tercer náufrago de la “fiebre del pulpo” y el posible séptimo muerto de la temporada. Parte también de lo que llama la atención es que con este caso, ya son dos hombres de mar que se encuentran en calidad de desaparecidos y cuyos cuerpos no han sido encontrados.
La temporada inició el 1 de agosto y, en tan solo tres meses, se han registrado 5 muertes asociadas a actividades de captura del cefalópodo.
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Este pescador que sucumbió ante la marea del mar que rodea al puerto y se encuentra en calidad de náufrago es el marinero Julio César Palma Maldonado, de 45 años de edad, quien ya ha sido reportado por la última embarcación por la que zarpó en busca del pulpo.
Su desaparición ocurrió desde el pasado lunes por la noche tras haber caído de su alijo, mientras permanecía “fondeado” en busca de la especie mencionada, terminando ahora desaparecido tanto el hombre de mar como el pequeño navío donde permanecía con cordel en mano.
Tal como muchos pescadores recurren a alejarse de los grupos de pesca, se pensó que esta misma estrategia habría realizado el hombre de mar; sin embargo, ya no regresó, por lo que otra suposición es que la misma marea lo tiró con los violentos oleajes que se han registrado desde la entrada del primer frente frío al puerto.
La descripción que brindaron fuentes allegadas al ahora náufrago es que viajó como tripulante en la embarcación María del Carmen y fue bajado a trabajar el lunes después del almuerzo y cuando se le fue a buscar, alrededor de las siete de la noche, ya no estaba.
Se dijo que el extraviado, el último día que se le vio laborando, portaba camisa blanca de manga larga con un short de color azul. Asimismo, tenía excelente salud y no padecía problemas psicológicos, esto último se dijo luego de que los tres naufragios de la “fiebre del pulpo” se han dado luego de que los pescadores se lanzan al agua al sufrir alucinaciones o delirios de persecución.
Desde el día de la desaparición de Palma Maldonado se avisó a las autoridades marítimas por parte del patrón de barco, tal como marcan los protocolos de seguridad para dar paso a los trámites que den origen a la búsqueda inmediata por mar y tierra.
Organismos como la Capitanía Regional de Puertos y la Secretaría de Marina a través de la XII zona naval ya han tomado el caso, por lo que en estos días debe empezar el rastreo e investigación para dar con el paradero del tripulante del buque María del Carmen.
A lo largo de este jueves, en el puerto de abrigo, ubicado en el área industrial de la comisaría de Chelem, se notó constante arribo de camionetas tanto de la Policía Estatal de Investigación (PEI) como por parte de la Dirección de Seguridad Pública y Tránsito del municipio.
Esto propició que la noticia se expandiera en el circuito dedicado a la pesca en altamar, pues el náufrago se trata de un elemento que era codiciado por varias embarcaciones gracias a su experiencia que derivaba en obtener la mayor cantidad de pulpo que pescaba toda la flota que lo acompañaba.
Cuando te deja el barco
La semana pasada, en entrevista con POR ESTO!, Francisco Canché Quintal, quien ha sobrevivido a tres naufragios y un hundimiento de barco, explicó que los navíos de mayor navegación tienden a dejar a sus elementos en medio de la oscuridad de la noche consiguiendo la pesca del día; sin embargo, varias veces la lejanía les impide escuchar el retiro para acudir a otro punto de actividad.
“Cuando te deja el barco no puedes caer en la desesperación, al contrario, tienes que hacer uso del oído para saber a dónde te puedes dirigir, es complicado porque el ruido de la maquinaria a veces impide que escuchen tus gritos. Lo que aconsejo es seguir al barco, aunque te canses, con la pala que te dan”, expone el ahora experimentado pescador que tras esos sucesos que marcaron su vida, optó por solamente dedicarse a la modalidad ribereña.
También se confirmó que varias veces, a pesar de la pérdida de algún tripulante, continúa la actividad en modo de captura, pues en caso de retornar a algún puerto para realizar los trámites respectivos con las autoridades, se pierden las inversiones del barco.
Por su parte, los familiares de Julio César Palma llegaron desde Sinanché a interponer el aviso en la Capitanía, aparte de que se les vio deambulando en el puerto de abrigo, ya que desconocen incluso quien es el patrón que se llevó a su consanguíneo de viaje.
Tal como hemos dado a conocer en múltiples ocasiones, las tragedias de “la fiebre del pulpo” comenzaron desde su primer día de actividad con la explosión del Lady Godiva, falleciendo el marinero José Solís Niño, conocido en vida por el gremio pesquero como Pixo.
Una semana después comenzó el ciclo de ataques de pánico en altamar cuando desde el buque Mariana saltó el pescador novato, Jesús Melchor T. P., oriundo de la comisaría de Tamanché y que por primera vez accedía a embarcarse por cefalópodo.
Después de este suceso, a las dos semanas se encendieron alarmas cuando trascendió Raúl Luna Uzcanga, residente de Flamboyanes que se embarcó en el buque pulpero Xooch, no se le vio en cubierta durante el 17 de agosto cuando se le convocó a permanecer fondeado. Su cuerpo apareció el domingo de la misma semana en que se cayó al mar por supuesto delirio.
Hace solo un par de semanas, Cesar C.S., de 26 años de edad, pescador joven de modalidad ribereña que no pudo medir bien sus tiempo para bucear, yéndose del mundo terrenal al sufrir una descompresión.
Mientras que, en Dzilam de Bravo, Cristhoper Villanueva, alias Chuco, de 27 años de edad, quien era originario de este puerto, perdió la vida al sufrir una descompresión cuando se encontraba con otros compañeros buceando frente a las costas de ese puerto, por lo que fue subido a la embarcación mientras se solicitó el apoyo de una ambulancia de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado quienes acudieron en auxilio del joven.
Debido a que la base de la SSP más cercana está en Motul, la ambulancia se demoró hasta 45 minutos, pese a ello fue llevado con vida al hospital Agustín O ‘Horán de Mérida, donde desafortunadamente perdió la vida.
El último caso que sigue vigente entre el gremio dedicado a las labores en altamar, es el de Luis Fernando Canto May, oriundo de Kimbilá y quien cayó a finales de agosto desde la cubierta del Marlin IV, esto también por medio de circunstancias que no han sido aclaradas a su familia, quienes en días pasado denunciaron poca respuesta de las autoridades pertinentes. Su cuerpo aún no ha sido encontrado.
A la par de estos sucesos, se han incendiado también un buque que transporta combustible y hace apenas el domingo pasado, un yate de nombre Cabo que ameritó el despliegue de un operativo para sofocar el fuego. En ninguno de estos dos percances hubo por lo menos un herido.
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JG