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Yucatán

Aumenta 15% la expulsión de yucatecos a EU; más de 5 mil buscaron "el sueño americano" en un lustro

Según el Diagnóstico de la Movilidad Humana en Yucatán, Mérida y Oxkutzcab son los municipios que más expulsa a yucatecos a los Estados Unidos
Varias personas no han regresado tras su viaje al “Norte”
Varias personas no han regresado tras su viaje al “Norte” / Saraí Manzo

En los últimos años la migración de yucatecos a Estados Unidos se ha incrementado 15 por ciento, con la gravedad de que la edad promedio de los migrantes es de 26 años, lo que genera numerosos problemas socioeconómicos para las poblaciones donde viven, así como emocionales y psicológicos para sus familias, reconoció el Indemaya.

De acuerdo con el Diagnóstico de la Movilidad Humana en Yucatán, de la Secretaría de Gobernación, aunque el estado ocupa el lugar 26 en el país en cuanto a migrantes internacionales, la cifra va en aumento.

Detalló que del 2005 al 2010 migraron a Estados Unidos 4 mil 973 yucatecos, mientras que del 2015 al 2020 el número se incrementó a 5 mil 717, lo que representa un aumento del 15 por ciento.

Aclaró que entre los principales municipios de expulsión destacan Mérida (64.1 por ciento del total), Oxkutzcab (7.2), Tekax (4.9), Ticul (2.7) y Progreso (1.5 por ciento), aunque el municipio de Cenotillo destaca por ser el único en la entidad que se considera con un índice de intensidad migratoria alta, mientras que Oxkutzcab, Mama, Tunkás y Muna se catalogan de intensidad migratoria media.

La subdirectora de Atención a Migrantes del Instituto para el Desarrollo de la Cultura Maya (Indemaya), Juanita López Alcocer, comentó que la mayoría de los originarios de Oxkutzcab están en San Francisco y en su bahía.

Mientras que los de Peto están en San Rafael y en la bahía de San Francisco, los de Muna viven en Thousand Oaks y Oxnard, en California; los de Maní, Dzan y Chumayel, en Portland, Oregón. Incluso en Washington viven los de Buctzotz y Tetiz, mientras que en Seattle están los de Tekit.

El estudio de la Segob remarca que la principal causa de la migración internacional (esencialmente a Estados Unidos) es laboral (44 por ciento), seguida de razones educativas (20) y reunificación familiar (17 por ciento).

Sin embargo, profundiza que la edad promedio de los migrantes es de 26 años, “esto nos habla de una población joven y económicamente activa, por lo que su partida sin duda tiene un impacto en las dinámicas socioeconómicas y laborales de la entidad”.

El problema es que estos migrantes se suman a los 180 mil que hay en Estados Unidos, donde el 90 por ciento no tiene documentos, el 80 por ciento son hombres y el 20 por ciento mujeres, por lo que en algunas ciudades se tiene que vivir en la clandestinidad.

Juanita López Alcocer subrayó que el hecho que los migrantes sean en su mayoría jóvenes, “no tienen conciencia de las consecuencias que habrá con su partida, pues el principal motivo de la decisión es el económico”.

“Aunque son numerosos los jóvenes que manifiestan que sólo estarán un año en Estados Unidos y regresarán, al final la mayoría, por no decir todos, ya no vuelven”, acotó. De acuerdo con la dependencia, la mayoría de los migrantes yucatecos dicen que regresarán en seis meses. Sin embargo, vuelven cuando menos en cinco años o ya no lo hacen.

Al emigrar a la Unión Americana abandonan a sus familias, sus hijos quedan huérfanos, la madre es la que se convierte en la tutora y la cabeza de la familia, los menores de edad dejan de estudiar, son numerosos los cambios que ocurren.

La situación se complica para el migrante, en especial cuando se va de ilegal, pues en el trayecto puede ser víctima de la delincuencia, el narcotráfico, puede ser víctima de secuestro o de trata de blancas, además de los riesgos de la naturaleza, como soportar el calor del desierto al momento de cruzar la frontera, o en su caso, el río Bravo.

Comentó que el Indemaya realiza pláticas entre los estudiantes de bachillerato de los municipios de alto índice migratorio, con tal de sensibilizarlos sobre los riesgos de migrar de manera desordenada.

Una mujer que conoció el otro lado del “sueño americano” es B.X.CH., esposa de un exmigrante de Muna, quien relató que “hace nueve años decidió mi esposo ir a Estados Unidos, yo le pedía que no se fuera, con el gasto era suficiente, que yo estaba contenta con lo que me daba, con lo que comíamos”.

Se aclara la garganta y continúa: “Le dije que si se va me divorcio de él, que los niños lo necesitan, yo lo necesito, y respondió que era la última vez que se iba, regresaba y ya no se volvía a ir”.

Y la sentencia se cumplió, era la última vez. La mujer comenta con llanto en los ojos que se fue con su sobrino y cuando estaban pasando, “al ayudar a una mujer, él estaba sentado en el camión, se levantó para ayudarla y fue cuando comenzaron los tiros, los disparos. Él decía quiero ver acción, ahí está, qué triste fue, no volvió para contarlo”.

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JG

 

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