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Celebremos un nuevo amanecer

Ya lo pasado, pasado, como cantó alguna vez el “El Príncipe de la Canción”. Pero lo sucedido, bueno o malo, se lleva en el corazón. Nunca olvidemos y sigamos adelante porque el tiempo y la vida siguen su marcha y de esto último precisamente se trata esta aportación.

Finalmente, vemos una vez más salir el Sol, pero con más brillantez, con alegría y con la esperanza de que las cosas marchen bien, eso sí, todas y todos tenemos la obligación que así sea.

El futuro depende de cada persona, no de los gobiernos o de otras instancias que sabemos solo les importa el poder y el dinero, sea cualquiera el color de su camiseta.

Después de muchos meses, vemos las calles del centro de Mérida transitadas por decenas y decenas de turistas de todas las latitudes y sobre todo vemos a los nuestros, los yucatecos, con un brillo distinto en sus ojos y, a pesar de que aún muchos de ellos utilizan sus cubrebocas, observamos con claridad la sonrisa dibujada en sus labios; el “¡Hola, ¿qué tal, mucho gusto!”, se volvió a reflejar en las costumbres y tradiciones que nos hacen no tan solo diferentes sino atractivos para cualquier mexicano avecindado en determinado Estado o país.

Podemos afirmar que la vida floreció de nuevo, que estas fiestas decembrinas son el momento ideal que todas y todos esperaban para volver a sentir lo que es y significa la vida, el amor, y por qué no, la soledad, esta última palabra en el entendido que, para vivir, no necesitamos más que estar y ser felices con lo que somos o hacemos, ese para mí es la clave.

Lo que es, es, y lo que no fue, no fue. No podemos ni debemos quedarnos estancados o paralizados, debemos y tenemos que seguir adelante y vivir nuestras vidas porque queda muy claro que hoy estamos y mañana… mañana, será otro día, otro Sol, otra oportunidad para hacer y ser lo que queremos y somos.

¡Feliz Navidad 2022! Demos gracias por estar, por ser, por tener una nueva oportunidad de ver y sentir el amanecer, de escuchar a los pájaros cantar, de saludar al pariente o amiga o amigo que dejamos de ver por mucho tiempo y que el destino nos los puso enfrente de nuevo.

Veamos el atardecer y con este el ocultar del padre Sol y disfrutar de la Luna y de las estrellas. Abracémonos a nuestras esposas o esposos, según sea el caso, pidamos perdón y una nueva oportunidad para tratar de ser mejores personas, mejores seres humanos; mejores padres, mejores hijos sin importar su tu madre o padre ya partieron y están en un nivel espiritual mejor que el de nosotros. Tengamos fe y esperanza, las cuales nos acompañarán hasta que sea el último aliento.

Y dejar muy en claro que el 24 de diciembre se celebra el nacimiento de quien no da precisamente la esperanza de una eternidad en paz. Para todas y todos quienes leen esto, les deseo lo mejor. Siempre he dicho que “¡Mucha Salud y Mucho Trabajo!” porque estoy convencido de que con estas dos bendiciones todo lo demás es inherente, se da por sí solo. Enhorabuena; felices fi estas, bendiciones y ¡hasta la próxima!

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