Aunque todas las granjas porcícolas grandes y mega, como las de Kekén, aducen que cuentan con plantas de tratamiento de aguas residuales y tienen biodigestores, hay varios indicios que demuestran su ineficiencia y que los desechos van a parar a las reservas de agua que se emplean para la agricultura y el consumo humano, advierte un estudio realizado por la UNAM, que reitera que el agua subterránea de muchos lugares del estado se encuentra adulterada, con todo tipo de contaminantes.
De acuerdo con Francisco Bautista Zúñiga, doctor en ciencias por la UNAM e investigador B de tiempo completo, experto en Geografía Ambiental, “lo que no se dice con claridad es que los grandes biodigestores requieren altos tiempos de residencia, muchos días para que las bacterias digieran los desechos y los conviertan en metano, por lo que no hay una labor eficaz”.
A este problema de contaminación se suma un informe de Greenpeace, que señala que de las aproximadamente 257 granjas existentes en la región, tan solo 22 han ejecutado el estudio de impacto ambiental y en ninguna ha habido autoconsulta con los pobladores, aun estando ubicadas en territorio indígena. Viridiana Lázaro, autora del estudio de Greenpeace, señala además que muestras tomadas de los cenotes y pozos cercanos a los criaderos de cerdos presentan “contaminantes”.
De acuerdo con ese nuevo informe, de las 257 granjas porcícola con registro en alguna base de datos oficial en la Península de Yucatán, 122 (47%) están establecidas en regiones consideradas sitios de atención prioritaria para la conservación de la biodiversidad.
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Veinte granjas se ubican en sitios de conservación y 120 en sitios de restauración, 65% de ellas están en lugares de prioridad extrema. Al menos 43 se ubican en cuatro Áreas Naturales Protegidas y una en un sitio RAMSAR, que se refiere a humedales de importancia internacional.
Al respecto, Bautista Zúñiga dijo que, según el estudio, las empresas utilizan lagunas legales para operar y realizar descargas para el riego agrícola, que sólo termina por aumentar la contaminación.
“Todas las granjas o la mayoría de ellas, aducen que cuentan con plantas de tratamiento de aguas residuales y, bueno, hay que creer esto, aunque ya hay varios artículos que demuestran la ineficiencia de las plantas de tratamiento porque son aguas residuales de alta carga orgánica (muchas heces fecales). Unas tienen biodigestores, qué bonita palabra, es decir que transforman los desechos en metano, se deben usar por la gran carga orgánica del agua”.
“Con respecto a los sistemas de tratamiento actualmente aplicados, se determinó que el sistema que presenta la mejor eficiencia fue el digestor anaerobio de líquido y sólidos operado con un tiempo de retención hidráulico (TRH) = 60 días, con el cual, al tratar los efluentes de engorda de dos granjas grandes, se obtuvieron las siguientes eficiencias de remoción: SST = 92.5 %; DQO = 97 %; DBO5 = 96 %; P-T = 66 % y 2 unidades logarítmicas de coliformes fecales. Sin embargo, a pesar de las altas eficiencias de remoción que presentaron los reactores, la calidad del efluente (agua de salida) no es adecuada para ser descargado en cuerpos de agua ni para ser reutilizado en el riego agrícola”.
Afecta a la agricultura
El especialista explicó que algunas granjas además tienen plantas de tratamiento aerobio donde les quitan otra parte de la materia orgánica que aún tienen y que requerirán más días de tratamiento. Lo que sí sucede es que todas usan el efluente (agua de salida de los reactores) como riego porque la NOM-001, que es una norma muy laxa, se los permite. Si, en efecto, la norma juega del lado de los porcicultores, se permite que el agua se pueda usar para el riego agrícola.
Lo que no se menciona es que no hay suelos agrícolas en el Norte del Estado de Yucatán, hay muchos afloramientos rocosos que indican que allí no hay suelo o que el suelo es poco profundo.
“Por esta razón la pregunta es ¿de qué riego agrícola estamos hablando? Algún ingeniero ha dicho, por allí, que riego agroforestal para decir que el agua se utiliza para regar la vegetación natural o los jardines de la granja. Otra palabra bonita para esconder la verdad: agroforestal”, dijo.
El clima es otro de los grandes ausentes en la discusión a pesar de que la lluvia es el vehículo que lleva al agua subterránea todas las heces que se pone en superficie de manera “agrícola”. Así, los lugares con más meses de lluvia son los más peligrosos para contaminar el agua subterránea, esto ya ha sido reportado por varios investigadores de la UADY.
Entonces, los meses de lluvia ya sean 4, 5, 6 o 7 no se debería regar con aguas residuales, ni no residuales a los suelos de 5 cm de profundidad, cuando los hay. Esto sería de alto riesgo de contaminación de las aguas subterráneas.
Daños ambientales
Por otro lado, reconoció que las granjas porcinas son una actividad económica importante en el Estado de Yucatán, pero causan grandes daños ambientales, como contaminación de aguas subterráneas, contaminación del aire y degradación del suelo, que en conjunto afectan tanto la salud como la economía de las poblaciones locales.
“Esto no lo digo yo solamente, hay muchas evidencias reportadas en artículos científicos de esta última década donde se concluye que el agua subterránea de muchos lugares del Estado se encuentra adulterada, con todo tipo de contaminantes”, subrayó.
La actividad porcícola en Yucatán genera alrededor de 12 mil empleos directos y 36 mil indirectos; asimismo, aporta el 41% a la producción pecuaria estatal, según estadísticas de la Asociación Local de Porcicultores del Estado de Yucatán, que estima una derrama económica anual de 6 mil 944 millones de pesos por esta actividad.
Ubicación errónea
Un estudio elaborado por la UNAM detalla que las zonas de alta y muy alta aptitud para el establecimiento de granjas porcícolas se localizan en el sur de Yucatán, no en el centro donde prácticamente se están asentando todas las empresas porcinas, como los casos de Homún y Sitilpech, en Izamal.
según un estudio reciente la aptitud de la tierra yucateca para las granjas fue muy baja con 21% en el Centro; baja con 50% en los municipios alrededor del Centro, y media con 15%, y alta con 6% para la zona Sur.
“En el Sur del Estado se localizan los territorios de mayor aptitud, por lo que sería recomendable que el crecimiento de la porcicultura sea en esos territorios, previa consulta con las poblaciones originarias”, dijo.
Explicó que la metodología para la elaboración del modelo cartográfico consistió en utilizar como insumos cuatro mapas que representan las variables de evaluación: altitud (distancia entre el agua subterránea y la superficie), depresiones kársticas (uvalas y dolinas), suelos y los meses de lluvias.
Se convirtieron a formatos raster y se manejaron en un sistema de información geográfica. Se definieron cinco clases de aptitud del territorio para el establecimiento de granjas porcinas: 1= muy baja, 2= baja, 3= media, 4= alta, y 5= muy alta.
“Se utilizó el método de índice y superposición para integrar las cuatro variables en un modelo de aptitud territorial. Para la asignación de pesos a cada variable se utilizó una técnica de decisión multicriterio denominada método de las jerarquías analíticas”, precisó.
Como informamos ayer, ante la contaminación que ocasionan las granjas porcícolas en Yucatán, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, informó que hasta el momento en la Península se han clausurado cinco espacios de crianza de puerco por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
En el caso de Yucatán, las comunidades que han sido afectadas por la apertura de granjas son Kinchil, Tabi, Maxcanú y Homún, esta última en mayo de 2021, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó la suspensión definitiva de la granja de PAPO, por señalamientos de contaminante.
Apenas el martes un juez negó el amparo interpuesto por la empresa PAPO, filial de Kekén, que busca reabrir su granja en Homún, basado en tres puntos, entre ellas que planta de tratamiento de aguas residuales no estaba concluida al momento de iniciar operaciones, así como
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JG