El ejido de San Crisanto tiene un proyecto que empieza a cobrar frutos mediante el secuestro (captura) de carbono de los manglares, lo que contribuye a revertir los daños causados por el cambio climático, según el encargado José Loría Palma, quien aseguró que recibieron el veredicto de Verificación positiva por parte de Ruby Canyon Environmental, Inc., por eliminación de gases de efecto invernadero (GEI) estimadas en casi 48 mil (47 mil 908.9) toneladas (dióxido de carbono, CO2).
Vendieron en este año al mercado internacional 10 mil 367 créditos de carbono, que acumularon del 2018 al 2021, que reportó ingresos por 3 millones 990 mil pesos para pagar trabajos de mantenimiento, conservación, vigilancia y apoyo a los 35 ejidatarios y también en obra social para la comunidad, pues hay el compromiso de mejorar la calidad de vida de los habitantes e impartir educación ambiental.
Loría Palma dijo que ante la debacle de la actividad pesquera, estos proyectos representan una gran oportunidad para los cinco ejidos de la costa para dar mantenimiento, conservación y cosechar carbono que reditúa beneficios económicos a la población, además de contribuir al mejoramiento ambiental y a la oxigenación del mundo.
Liberación
Con este proyecto, actualmente con el protocolo roseta de México sólo lograron liberar el 30% del volumen capturado anualmente, por un tema ya de temporalidad, pues la ley agraria no permite que tengan contrato de usufructo por más de 30 años, entonces basados en ese criterio pronto se liberará el 70% restante de los recursos, pero están realizando las gestiones para que reciban pronto los beneficios económicos.
Hay adicionalmente 47 mil toneladas y para este año 2022 tendremos 51 mil 787 créditos totales de todo el período, dijo.
El ejido San Crisanto cuenta con 850 hectáreas de bosque de manglar, de los cuales se registraron como área de almacenamiento 690 hectáreas, mismas que están irrigadas por cenotes superficiales y el régimen de lluvias dominante en la región, bajo un ambiente semiárido por su localización cercana a la costa.
Desde su establecimiento por decreto presidencial en 1980, los habitantes del ejido han desarrollado un modo de vida profundamente vinculado al manglar por dedicarse principalmente a la pesca, plantación de coco, producción de sal y últimamente turismo sustentable.
Trabajos colectivos
Desde 1995 el ejido desarrolló trabajos de manera colectiva para la restauración hidrológica del área, inició la evaluación del manglar en el 2002, el monitoreo la población de cocodrilos que habita el manglar en el 2004, el cual es frecuentemente afectado por tormentas tropicales y huracanes más recientemente con apoyo de especialistas el monitoreo de aves migratorias que llegan a reproducirse en el área.
Explicó que luego, en el 2001 se constituye la Fundación San Crisanto, A.C., y poco después en el 2009 se lanzó el “Plan Estratégico para el Periodo entre 2009-2029”. Dicho plan tiene como objetivo servir actividades de desarrollo a través del uso sustentable de los recursos naturales y para prevenir la degradación de ecosistemas locales a causa de actividades humanas.
El ejido también recibió reconocimiento por parte del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas en el 2010 como comunidad indígena avanzando en soluciones innovadoras para el desarrollo sustentable que trabajan con gente y naturaleza.
El interés en medir el secuestro de carbono en los árboles y en el suelo del manglar en San Crisanto inicio desde el 2015 con metodología disponible de la base científica, en el 2016 mediante colaboración con el Cinvestav-Mérida, justo un año después de la emisión de la Norma Mexicana para el registro y la certificación del incremento en el acervo de carbono en bosques.
Las actividades formales de este proyecto que hoy se da a conocer, se comienzan el 5 de mayo del 2018, fue la fecha establecida por Asamblea Extraordinaria para el inicio de las actividades orientadas a obtener el registro ante el programa internacional de créditos de CAR que asegura la integridad, transparencia y valor financiero.
El desarrollador del Proyecto es la Fundación San Crisanto, A.C., representada por José Inés Loría Palma; como consultor técnico está la MC. Mónica Pech Cárdenas, que es parte de la Fundación San Crisanto.
Las actividades que se realizan en el proyecto favorecen el crecimiento del manglar: Remoción de impedimento para la Regeneración Natural (brigadas de recolección de basura, poda y vigilancia del manglar) y Restauración Hidrológica.
Finalmente, el 26 de abril del 2022, el ejido recibió el veredicto de Verificación positiva por parte de Ruby Canyon Environmental, Inc., resultando en remociones de gases de efecto invernadero (GEI) estimadas en 47,908.9 ton CO2.
Una vez verificado y el carbono secuestrado a través del tiempo se emitieron un total de 10,368 créditos, con base a los lineamientos del protocolo, de solo liberal el 30% de la captura total que es de 34,560, para el siguiente período se determinaron 17,237 toneladas, de las cuales se liberan 5171, quedando un stock de 36258 ton de CO2 siendo el primer proyecto certificado de manglar a nivel nacional bajo la normatividad mexicana y de acuerdo con la normatividad de Conafor.
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JG