El consumo de las llamadas drogas de diseño, como el cristal, ya ha alcanzado a niños de ocho años de edad, resultado de familias rotas debido a la modernidad y a la crisis económica y de identidad en educación desde el hogar y en las escuelas, afirmó Francisco Pren Valdez, psicólogo especialista en adolescentes y niños, miembro del Colegio de Psicólogos de Yucatán.
Pren Valdez consideró que si bien la pandemia que vivimos aceleró el problema no es la razón principal de este aumento, y afirmó que se trata de un vacío integral en lo social y lo emocional, “vivimos una era de familias cada día más rotas”, insistió.
Fácil acceso
“Hoy en día podemos ver que existe un fácil acceso a ese tipo de sustancias, los niños permanecen cada vez más tiempo sin la atención por parte de los padres y andan en búsqueda de nuevas diversiones; la pandemia que tuvimos cambió sus preferencias, estuvieron mucho tiempo en sus casas encerrados; el Xbox, por ejemplo, ya no funciona como motivante de distracción y diversión”, recalcó.
Agregó que “ahora los niños buscan otro tipo de situaciones, y aunque no sólo se trata de drogas, desean experiencias que van a producir un alto número de neurotransmisores en el cerebro y les provocan experimentar sensaciones nuevas de euforia y de una sensación muy fuerte de alegría exagerada, y entonces es falsa la afirmación de algunos que creen que los niños nacieron mal y por ello consumen drogas; se trata de una tema más específico; a falta de atención y de cercanía emocional y socialización en familia, consumen drogas porque se siente mejor con la paz y alegría artificiales que esos golpes extremos de dopaminas les causan”, afirmó.
Urgente
El también académico consideró que es un tema urgente de salud en todos los niveles, desde lo meramente físico, hasta lo mental, y recalcó que es indispensable que los programas que desde el sector público se pretenden implementar tengan una mayor incidencia en diferentes ámbitos, comenzando por el familiar y el escolar.
“De no atacar el problema a la brevedad y con estrategias realmente efectivas, que incluyan a todos los sectores sociales, estaremos viviendo probablemente un incremento en el índice delictivo de adolescentes e incluso de menores, que ya se puede notar y que va a la alza”, aseguró el especialista.
Añadió que, incluso, ya hay menores que venden a otros menores estás sustancias, y que además lo hacen dirigidos por adultos que pueden ser incluso sus propios padres o tutores.
Adultos que usan a los niños para que les vendan a otros niños, es una estrategia que les produce mayores ganancias, porque a los niños al ser menores si son descubiertos por las autoridades no son delincuentes legalmente hablando, y entonces son el vehículo perfecto para que los verdaderos responsables, no vayan a prisión”, destacó.
Asunto grave
La gravedad del tema también pasa por lo que drogas como el cristal hacen en el cerebro de niños que apenas está en la etapa madurativa, y sobre todo del lóbulo frontal, el que se encarga de hacer que los humanos tomemos decisiones y manejemos nuestras emociones; “De continuar esta tendencia, nos enfrentaremos a adolescentes con problemas graves, como la esquizofrenia”, aseguró.
El psicólogo consideró que el valor moral que hoy día se da al dinero hace que la venta de drogas sea un camino que ya toman los menores, no sólo como consumidores, si no, como parte de quienes trafican y comercian con estas sustancias, porque hay un deseo provocado por estatutos aspiracionistas propios de valores sistémicos y que los invitan a ser socialmente reconocidos como “seres importantes y exitosos”; así lo han aprendido y así lo desean reproducir para ser reconocidos.
“No nos sorprenda que, si este problema no se ataca ya, comencemos a ver a niños que elijan desertar de su educación escolar, porque la lógica aprendida y desarrollada a la que tienen acceso es que, si además del consumo de estas sustancias pueden distribuirlas y ganar dinero, no requieren estudiar para vivir bien, y más cuando saben que hoy por hoy es muy sencillo acceso a la materia prima”, advirtió el especialista.
El porcentaje de niños que consumen este tipo de sustancias y que forman parte de sus redes de venta es de alrededor del 20 por ciento, señaló el especialista y va a el alza sobre todo en la zona Sur de la capital y del Estado.
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JG