Con sus más de 70 años de edad, Felipe Jesús Hernández Canul reconoce con tristeza que en estos primeros días de la temporada de pulpo en Yucatán no es la esperada, “no es como años atrás cuando desde antes de comenzar la temporada estábamos emocionados, sabíamos que nos iba a ir bien, “hasta bendecíamos las embarcaciones”, destaca el pescador cuya familia es de las más antiguas del puerto.
Con la mirada fija en el horizonte, recuerda que se inició en el oficio a los ocho años. “No había de otra, era la pesca o la cacería de lagartos y patos para llevar el sustento a la casa”.
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El añejo hombre de mar, haciendo malabares en su lancha mientras pone la carnada, culpa a la recalada de lino, el mal tiempo y la falta de chocholes, esas piedrecitas donde abundan los cangrejos y caracoles de los que se alimentan los pulpos.
Pero sobre todo a la pesca furtiva, incluso de pescadores locales, que ha acabado con el pepino de mar y la langosta, también alimento del molusco, así como a las autoridades que por no meterse con la comunidad pesquera dejan pasar de largo esa actividad que ha depredado las especies.
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CC