A veinte años del paso del Huracán Isidoro la gente de esta parte del Estado aún lo lleva en la memoria más de 4 mil habitantes de los diferentes puertos del Litoral Oriente de Yucatán fueron evacuados a municipios cercanos.
El Huracán de categoría tres no mostraba señales de su travesía por Yucatán, por lo que muchos se confiaron diciendo que no pegaría; sin embargo, a muchos tomó por sorpresa, relató María Magdalena Cauich.
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Yucatecos narran cómo vivieron el Huracán Isidoro, uno de los más devastadores en la Península
“En esta parte del Estado el cielo estaba despejado, no había señales de que pegaría el huracán”, relató doña Mari quien dijo que de un momento a otro durante la tarde de un día como hoy, 22 de septiembre del año 2002 el huracán empezó a castigar la zona con altos oleajes y trombas en toda la zona costera empezando por el puerto de El Cuyo castigando a San Felipe, Las Coloradas y Río Lagartos y otros municipios de la zona.
“La gente no quería salir de sus hogares porque todos pensaban que no azotaría; sin embargo, al sentirse los primeros efectos fueron evacuados, los de San Felipe fueron llevados a los albergues ubicados en el municipio de Panabá, los de Río Lagartos, Las Coloradas y El Cuyo fueron trasportados hasta el municipio de Tizimín para ellos se acondicionaron albergues temporales como la escuela Miguel Barrera Palmero, la escuela secundaria técnica Numero 4, la Casa de la Cristiandad y la escuela Otilia López, sirvió de base de operaciones para los soldados al ponerse en marcha el Plan DNIII.
En los puertos causó devastación como en Río Lagartos donde ocasionó serios estragos, pero al igual en comunidades vecinas e incluso en el municipio de Tizimín relató José Martín quien dijo que él vivía en una casita de palmas de huano y lo único que hizo fue encomendarse a Dios, pues nadie se había preparado pese a que se estaba anunciando la llegada del huracán todos se confiaron por lo que el fenómeno tomó por sorpresa a muchas familias, él y su familia pasaron el huracán en su casita, pues después del viento su vivienda quedó desolada de tanto que la impactaba el viento, las personas que tenían casas de cartón las lianas salieron volando, había árboles y postes caídos se fue el suministro de luz, “poco a poco se fue restableciendo después del paso del ciclón”, detalló.
Han trascurrido ya 20 años que un fenómeno de este tipo castigó la zona, pues lo más cercano a un huracán fue la tormenta tropical Cristóbal, en el 2020, que dejó serias inundaciones en el Litoral Oriente, explicó Cristina Pech quien dijo que las lluvias torrenciales causaron varios estragos.
El huracán Isidoro en su paso por la Península causó serias pérdidas en los cultivos, así como en otras economías, servicios y en la educación, ya que los albergues se encontraban en las escuelas, hasta que se restableció todo, las clases continuaron.
Otros huracanes que han azotado la zona es el huracán Gilberto en el año 1988, Juanita Xool recuerda que en esos tiempos no había mucha comunicación sólo había la radio, que muy pocas personas escuchaban, relata que el paso de este huracán fue devastador con vientos máximos de 295 kilómetros y categoría 5, dejó serias pérdidas en su paso por El Cuyo, fue un martes 13 cuando se registró la llegada del súper huracán con 800 kilómetros de diámetro, al tocar Quintana Roo y a las 15:30 horas del día 14 pasó por esta zona y a las 19:00 horas salió por Telchac Puerto.
Otro de los huracanes que aún permanecen imborrables en la gente que rebasa los 80 años es el huracán Beulah con categoría 5 registrados también en el mes de septiembre del año 1967, con vientos máximos de 260 kilómetros por hora, a decir de los adultos mayores este fenómeno natural fue devastador, al grado que incluso las piedras y troncos de árboles los hacía rodar, muchos de los habitantes de esta zona se refugiaron en cuevas para enfrentar el “chac ikal”.
YOBAÍN
Hace exactamente 2 décadas que el huracán Isidoro golpeó fuertemente la costa norte del Estado, dejando derrumbes de casas, palapas y problemas de falta de alumbrado, así como en el suministro de agua potable por varios meses. José Cándido Montejo, residente del puerto de Chabihau comentó que, en ese entonces, tuvo que trasladarse a su ciudad de origen con su familia, a la ciudad de Izamal, para que pudieran estar seguros tras el paso de dicho fenómeno natural, que hoy en día es recordado como uno de los más fuertes en impactar la Entidad junto al huracán Gilberto.
Comentó que él fue una de las personas que tuvo que moverse antes de que el ciclón tocara tierra en la población. Señaló que los habitantes del puerto fueron movidos por las autoridades en diferentes centros y refugios en la cabecera para que pudieran estar a salvo: “Yo me tuve que salir de aquí, nos fuimos a la casa que tenemos en Izamal y allí pasamos todo lo que duró el fenómeno, mucha gente de aquí se fue a Yobaín a resguardarse”.
Recordó que después de que pasara la tormenta, varias casas veraniegas que estaban en la orilla de la playa se derrumbaron, otras por poco se iban con el resto y el agua del mar se fue acercando, ocasionando que ocupe varios metros más de playa. Los postes de luz se desplomaron junto con decenas de árboles en las 30 horas que duró el fenómeno, registrándose vientos de 210 km por hora y rachas que alcanzaron los 250 km/h.
Varias de las casas que fueron derrumbadas, dijo Cándido, fueron tragadas por el mar, generando que la parte de la orilla del mar del centro sea más rocosa a comparación de las partes más alejadas del poblado, siendo muy contadas las casas que fueron reconstruidas por sus dueños: “Las casas ya no existen, solo son montones de piedras regadas. Lo demás el mar lo tragó en que fue subiendo su nivel, fue mucha pérdida que se registró en la costa”.
Militares y autoridades del Gobierno, fueron los que llevaban agua para repartir en pipas, junto con víveres en el centro de la cabecera, puesto que la gente de la comisaría se encontraba en los refugios temporales como las escuelas e iglesias resguardadas, y algunas otras en casa de sus familiares.
Hasta la fecha, no ha habido otro huracán que se haya presentado en la costa, pero la última afectación que se tuvo, y que dejó por dos meses sin agua a la comisaría, fue la tormenta “Cristóbal”, haciendo que el agua potable se contaminara con el agua de la lluvia que se acumuló, junto con el agua de las charcas: “Cristóbal nos dejó sin agua de nuevo, no fue huracán pero sí afectó bastante con la inundación”, señaló.
Hoy en día, cada vez que se informan sobre alguna posible formación ciclónica que pudiera entrar al Estado, José Cándido señaló que comienzan a tomar sus medidas para estar seguros, como buscar casas en la cabecera, o bien, acudir a los refugios temporales mientras pasa lo más complicado: “Ahora muchos se van, yo me voy a mi ciudad y otros al municipio, nadie se queda, porque no sabemos cómo puede impactar. Esperemos en Dios que no ocurra otro de nuevo porque es muy duro que toque un huracán como lo fue Isidoro”.
En la villa de Peto los pobladores señalan que el huracán Isidoro jamás se olvidará. Varios entrevistados recordaron la mañana del 21 de septiembre del 2002, pobladores añadieron “de acuerdo con la información transmitida, el huracán únicamente pasaría por la costa yucateca, pero llegó al Sur del Estado y fueron días terribles que son para recordar”.
Teresa Jesús Pech Cab añadió: “Recuerdo esa mañana, desde las primeras horas del día fuertes rachas de viento se escuchaban, la lluvia era intensa y no paraba, lo que sí nos preocupaba era que en esa época vivíamos en una casa de lámina de zinc, la tuvimos que amarrar porque el viento amenazaba con llevársela, lo que también recuerdo es que la lluvia no cesaba, escuchamos en la radio que si alguien necesitaba ayuda que lo reportara y acudían las brigadas de rescate; en pocas palabras fue una etapa muy emotiva porque mis padres se quedaron en su casa de huano y por más que les pedí dejar la casa lo único que me dijo mi papá fue ‘no dejo mi vivienda, si me quiere llevar que me lleve, esta es mi casa’, para no hacerlo más largo sólo recuerdo que la mañana del 23 de septiembre la casa de mis papás estaba llena de agua, la parcela con los árboles caídos, la cosecha de maíz se dio por perdida”.
Guillermo Díaz señaló: “En 1988 viví un momento similar cuando trabajaba en Cancún con la llegada del huracán Gilberto, pero cuando llegó Isidoro estábamos de descanso y estaba en la villa de Peto, con mi familia, lo que sí puedo comentar es que fueron momentos tristes para algunos vecinos porque sus techos no resistieron, árboles caídos por una gran cantidad de calles de la villa de Peto, las brigadas, a pesar de la lluvia, invitaban a los refugios; fue un ciclón como los que se ven en las noticias”.
Francisco Chim indicó: “Sí la vimos difícil en las parcelas, fue casi imposible ir y ya luego de algunos días, cuando fuimos tuvimos pérdidas en cultivos de maíz y chile habanero, los caminos de terracería estaban cubiertos por árboles caídos, lodo total, lo que dificultaba el acceso a gran cantidad de campesinos que buscaban cómo ingresar a ver sus parcelas”.
Los entrevistados añadieron que desafortunadamente en esa época no existía la tecnología de hoy; sin embargo, forma parte de su memoria una fotografía de la villa de Peto del 23 de septiembre, con decenas de cables caídos, árboles, casas que se inundaron, techos de lámina desprendidos por las fuertes rachas de viento, calles inundadas, brigadas de Protección Civil y también los refugios casi llenos por pobladores de comisarías y de diferentes colonias que fueron llevados a los refugios temporales”.
Añaden que entre los huracanes más fuertes que han impactado la villa se encuentra Gilberto, Isidoro y Wilma; de los que han sido testigo los cuerpos de rescate que trabajan en equipo para salvaguardar la integridad de los habitantes.
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CC