Con dos torres altas, que fungen de campanario, se corona la centenaria parroquia secular de San Francisco de Asís, qué airosa se levanta sobre un desnivel de la planicie general de la cabecera, causando la admiración de propios y extraños ante esta obra constructiva que tiene varios siglos de historia y su sola presencia en la plaza principal, corazón geográfico de este pueblo, habla de su testimonio en la historia regional.
Dedicada al especial patrocinio de San Francisco de Asís, fundador de la Orden Seráfica que predicó en la primera evangelización de la península, no debe a estos religiosos la construcción de este edificio, sino al clero secular, a los sacerdotes diocesanos que impulsaron la continuación de la religión. En tanto, el culto al fundador de los franciscanos se propagó grandemente en toda la zona, lo que hace a este templo un punto importante para la peregrinación de los devotos.
La fiesta propia que se agrega al novenario, que se realiza desde los postreros días de septiembre, hasta concluir en los primeros días de este mes, evoca una profunda tradición que la hace distinguir en la región.
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Los franciscanos tuvieron el privilegio de sembrar la semilla de la cristiandad en Hocabá, y la administraron en las primeras décadas de la dominación española, esa orden fue la que puso por patrono del pueblo a su santo fundador. La más antigua referencia histórica se encuentra con Fray Alonso Ponce, que llegó al pueblo en 1581, cuando mencionó “pueblo y convento de San Francisco de Hocabá”.
Pasó a manos del clero secular en el año 1603, pero se conservó el título y patrocinio durante los últimos dos siglos de la dominación española y se arraigó en la piedad del pueblo. Bajo la administración del clero secular se ejecutó el plan constructivo de la iglesia de Hocabá, el cual no corresponde a una iglesia de estilo franciscano sino del clero secular. Sus altas torres, sus detalles y el escaso ornato corresponden más a un estilo regional, barroco yucateco.
Para mediados del siglo XVII el patrocinio de este santo sobre su población lo reafirmó en sus crónicas el religioso Fray Diego López de Cogolludo al señalar: “La iglesia de Hocabá tiene por titular a nuestro padre San Francisco”, a mediados del siglo XVII.
En arte sacro posee una importante colección de imágenes sagradas, destacando el retablo principal y mayor, así como piezas de santos que van desde San Antonio de Padua, San Dimas, San Juan Nepomuceno, Virgen de la Concepción, entre otras imágenes importantes que se ubican en la pública exposición para su veneración por parte de los feligreses.
La imagen patronal de San Francisco es una primorosa obra, estofada a representar al padre serafín, con sus estigmas y crucifijo en su mano derecha. Tiene acabados con hechuras de artesanos y estofadores yucatecos, pues los inventarios parroquiales del siglo XIX lo mencionan.
En Hocabá existen tres imágenes de San Francisco, siendo la mayor de ellas, el titular.
Una de las tradiciones más antiguas en Hocabá es la doble celebración anual al santo patrono. La primera corresponde a la segunda semana de vacaciones, de la llamada Semana Santa; el pueblo, tiene la costumbre piadosa de bajar a la imagen de su altar y hacerle un novenario con una procesión solemne durante el domingo de la Fiesta del Pueblo. La segunda festividad corresponde al novenario preparador que se lleva a cabo cada día 4 de octubre, el día oficial de San Francisco de Asís, de acuerdo con el santoral católico.
Hocabá cada año con sus mejores esfuerzos, galas, piedad, y devoción venera a su patrono con gremios y procesiones, con rumbosas vaquerías y fiesta en todo el pueblo.
En los gremios se prepara la especial comida llamada cool, que caracteriza al pueblo. La fiesta de San Francisco es de las más arraigadas y concurridas por los devotos al santo, en especial para lo que se encuentran al interior del Estado.
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NM