La abuelita Teodora Baak Chalé todos los días se despierta a las 7:00 horas para probar sus sagrados alimentos, sin importar qué le vayan a servir, pues ella está disponible para disfrutarlos. La citada adulta mayor el pasado 17 de marzo cumplió 102 años de vida y tal vez sea la mujer más longeva del municipio, con motivo de la celebración se cortó su pastel en compañía de sus hijos y nietos que le cantaron Las Mañanitas.
Teodora fue la tercera hija del matrimonio conformado por Guillermo Baak y Lucía Chalé; se casó con Leobardo Manzano, con quien procreó 10 hijos, de los cuales le sobreviven sólo cinco. Actualmente, la centenaria pobladora cuenta con 28 nietos, ha disfrutado de 22 tataranietos y tiene tres bisnietos.
Esta mujer es muy apreciada en la comunidad de Euán, ya que a pesar de su avanzada edad, hace como unos cinco años, entregó el cargo de custodio de la Virgen de la Purísima Concepción; por más de 65 años se encargó de limpiar la imagen y vestirla, además de colocarle sus joyas para que presidiera las tradicionales fiestas de la comunidad, que inician en abril.
Una de sus hijas dijo que se puede decir que su madre es una pionera de las corridas, ya que antes sólo se hacían el Kaxbiché, palos amarrados, para que soltaran a los toros. Además, por 60 años fue presidenta del Gremio de la Familia Manzano, con más de 125 años de antigüedad, quienes entran a la parroquia el día 21 y salen el 22, cuando se hace la propuesta para recibir a cientos de personas que llegaban ese día y acompañaban al gremio.
Según explicó doña Teodora, el gremio lo tuvo primeramente su abuelo y después su padre, hasta que se lo encargaron para hacerle los festejos en el mes de abril.
Comentó que, a pesar de su edad, piensa como una persona de 60 años. Dijo que su comunidad ha cambiado mucho, que antes no había transporte a Tixkokob y para ir tenían que salir caminando a las 5:00 horas para entregar sus trabajos de hilos que hacían corchados: “La pierna nos servía para hacer el trabajo y se entregaba en Tixkokob; nos pagaban 20 centavos por un cuarto de hilo corchado; mi hermano nos ganaba porque entregaba hasta dos kilos de hilos corchados, por los que pagaban unos dos pesos por su trabajo.
Agregó que sólo había transporte de plataforma, que era tirado por mulas desde las ruinas a San Juan Koop. Explicó que ahora las corridas de toros tienen unos 35 años que se están haciendo: “También mis hijos fueron parte de la organización de los festejos que ahora ya son anuales”.
Comentó que su esposo fue presidente de la Unión Ganadera de la Región y de esa unión llegaban los toros para las corridas que se hacían. Teodora dijo que disfruta comer de todo, desde unos panuchos, relleno negro o blanco, un frijol con puerco, la cochinita pibil, mondongo, pollo asado, “eso sí, no puedo almorzar si no tengo mi refresco de cola en la mesa”.
Refirió que es fanática de la comida chatarra, como los charritos con su caldo de chile jalapeño, su chicharrón con jamón, tortas y no padece alguna enfermedad como diabetes y presión arterial.
“Está más saludable que nosotros”, comentaron sus nietos, quienes informaron que no le gusta ver la televisión y tampoco escuchar la radio, pues prefiere más platicar las anécdotas de su infancia.
Sus hijos y nietos, quienes la cuidan con esmero, confesaron que es una bendición que Teodora aún esté con ellos. Expresaron que después de tres años de no celebrar convivios, por la crisis sanitaria, este lunes le harán algo para festejar sus 102 años de vida.
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CC