Tras darse a conocer la convocatoria al“Maestro Distinguido” del año en curso, progreseños consideraron al catedrático especializado en matemáticas y física Wilberth Palma Vivas, de 78 años, para llevarse esta distinción, pues es probablemente el único progreseño en crear su propio método de solución aritmética. Actualmente, el hombre vive en situación de pobreza y hasta ejerció la recolección de basura en la vía pública a pesar de ser un genio de los números.
En su domicilio ubicado en la calle 86 con 33 y 35 de la colonia Centro, el profesor retirado afirmó en entrevista pasada que durante muchos años sus conocimientos eran compartidos para buscar que los más pequeños de la casa y la juventud pudieran triunfar en sus colegios, sin embargo, las nuevas tecnologías han alejado poco a poco a los escolares de las asesorías presenciales.
Tal como marca la historia de este genio de los números, su formación empezó en la secundaria “Carlos Marx” de la mano del maestro Haroldo Pacho Vega, quien se sorprendía con la rapidez del progreseño, quien solía terminar sus ejercicios en tiempo récord.
Posteriormente, Wilberth Palma llegaría al Instituto Politécnico Nacional de la Ciudad de México, pero tras la matanza de Tlatelolco, decidió regresar a Yucatán, pues los estudiantes solían ser perseguidos en la capital durante el mandato del presidente Gustavo Díaz Ordaz.
A su regreso, el matemático concluyó su Ingeniera en Industrial Térmica en el Tecnológico de la Ciudad de Mérida; tras oportunidades en la empresa Nutrisur de Umán, una cervecería de la capital yucateca y el Cinvestav, finalmente llegó al Colegio de Bachilleres, donde su lema “Llevar la ciencia al nivel de los alumnos”.
Fue en esta etapa cuando llegó la cúspide de su carrera, ya que el maestro progreseño empezó a desarrollar métodos, teorías en aritmética y estadística que asombraban a estudiosos de la UADY cuando acudían al puerto para hacer prácticas de campo con los maestros de preparatoria.
Parte de sus contribuciones a la ciencia de las matemáticas que aportó fue su método propio para el desarrollo de problemas aritméticos, el cual halló mediante una técnica descifrada en decimales que se basa en principios de fracciones reducibles, estadística por medio de la permutación y un método aplicado al Triángulo de Pascal.
Luego de su paso en el ahora conocido como Cobay Progreso, el porteño se fue a Dzemul a pasar sus últimos días como profesor activo, ya que desgraciadamente el glaucoma acabó con el 80 por ciento de su vista. A su regreso en 2004 al puerto, acondicionó su casa para dar asesorías a sólo 30 pesos y sin límite de tiempo.
Durante un tiempo ejerció labores de recolección de basura a pesar de que el hombre es considerado un genio de la aritmética. Esto atrajo críticas para las autoridades, por no voltear a ver a un talento local y, en cambio, enaltecer las labores de maestros apegados al mundo de la política o provenientes de la clase alta porteña.
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CC