Las temperaturas que alcanzan una sensación térmica superior a los cincuenta grados fueron el pretexto perfecto para que esta jornada dominical el malecón tradicional e internacional, así como los puertos adjuntos a la cabecera municipal se vieran repletos de turistas, donde resaltó el visitante del interior de la república.
A pesar de que los llenos totales que se registraron en semana hasta con cien mil turistas en toda la zona han descendido hasta en un 40% según cifras de dependencias como la SSP o la DSPT, el flujo comercial no se ha detenido, sobre todo en inmuebles de atracción turística como el “corchito” o el“museo del meteorito”.
En el caso de este domingo, se notó una llegada ascendente desde las ocho de la mañana que se tuvieron diversas actividades en varios puntos del malecón tradicional e internacional, por lo que al mediodía este prolongación ya mantenía ocupación en más de la mitad de las instalaciones como es el caso de las mesas, camastros y demás ubicaciones de descanso.
Algo que llamó la atención, es que ya se cuenta con una señal de prevención para los bañistas, debido a que se les pide no nadar en el área que se encuentra delimitada por las boyas desde donde salen las “bananas”. Al parecer, este tipo de medidas han aparecido a raíz de que a mitad del mes de abril se registró un infortunio con dos turistas meridanas que viajaban a bordo de este tipo de inflables.
En lo que coincidieron cinco trabajadores del malecón es que el 70% de los clientes que llegan al área de renta de instalaciones playeras, es que no consumen platillos, sino que para ahorrar economía llegan con raciones de pescado y otros víveres.
“No quiere consumir la gente en los restaurantes, ellos están contentos con que se les rente una mesa para toda la familia y sentarse frente al mar hasta que caiga el sol o levantemos mueblería, es una modalidad que beneficia al turista, pero deja sin propina al “palapero” externó Julio Noh, trabajador de esta zona.
Por su parte, varios visitantes entrevistados coincidieron en los precios son sumamente caros dentro de una playa que a pesar de que cuenta con la distinción “blue flag”, no brinda seguridad ni tampoco condiciones en la playa para tener un día de relajación en Progreso, prueba de ello es la “invasión” de palapas y mesas de los restaurantes de la prolongación.
“A Progreso le está pasando lo mismo que a varios puertos que solían ser del pueblo y ahora te tienes que arrimar porque si no te caen encima los trabajadores de aquí. Lástima, porque a pesar de los sinsabores seguiremos viniendo porque las visitas a esta playa es una tradición que tengo con mi esposo desde hace más de 30 años” expresó Amanda Olvera, oriunda del norte de la capital yucateca.
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AA