San Nicolás, junto con la hacienda que lleva el mismo nombre, es una comisaría del municipio deSuma de Hidalgo que se resiste a morir; de hecho, por sus calles es más común ver ganado pastoreando que personas caminando, pues, de acuerdo con un censo de 2020, sólo tiene nueve habitantes.
Poco a poco se está convirtiendo en un pueblo fantasma. Nació en 1888 en el auge del Oro Verde, y en 20 años ya contaba con 285 habitantes que se dedicaban a esa labor, pero al venirse abajo la producción de henequén en Yucatán la gente comenzó a emigrar en búsqueda de mejores condiciones de vida, pero la puntilla la dio la megagranja porcina de Kekén que se instaló sin consentimiento de la gente en 2009, y contaminó aire, agua y tierra.
De acuerdo con los censos del Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (Inegi), la máxima densidad de población del sitio fue en 1910 con 285 habitantes, cuando la gente vivía del henequén. Diez años después bajó a 153, cifra que se mantuvo con altibajos en las siguientes décadas, hasta que en 1980 comenzó el éxodo al llegar a 117 habitantes. Diez años después sucumbió a menos de la mitad con 50 y a partir de ahí la población fue desapareciendo: 40 en 1995; 47 en 2000; 22 en 2005; 11 en 2010 y nueve en el último censo.
Cabe destacar que el 18.18 por ciento es analfabeta; el grado de escolaridad es de 3.67; el 27.27 por ciento de la población es indígena, y el 9.09 por ciento de los habitantes hablan maya.
A tres kilómetros al Norte de la cabecera municipal de Suma de Hidalgo se encuentra la comisaría que hace referencia al obispo del siglo IV, Nicolás de Bari o Nicolás el Maravilloso, debido a los numerosos milagros atribuidos a su intercesión. Es el patrón de marineros, comerciantes, arqueros, ladrones arrepentidos, niños, cerveceros, prestamistas, solteros y estudiantes en varias ciudades y países de toda Europa, pero su principal reputación se debe a su legendario hábito de hacer regalos en secreto, lo que dio origen al modelo tradicional de Santa Claus: San Nicolás.
En el poblado apenas y pueden verse algunos señores acompañando a unos pocos ganados que deambulan por los terrenos cercanos de la hacienda. Los pobladores, los pocos que permanecen, disfrutan de pastorear el ganado y contar a quienes visitan la hacienda las historias que recuerdan.
Justo frente a la casa principal, hoy restaurada, se encuentra una explanada que en el pasado sirvió como escenario de emocionantes partidos de beisbol, entre los que se comenta un Torneo de la Liga Superior de Motul, donde Los Fénix de San Nicolás eran de los mejores. Alrededor del campo puede verse lo que fueron las antiguas casonas de la hacienda. Unos metros más adelante, al lado de la casa principal, se encuentra la maquinaria de una raspadora de la época del auge del henequén en donde todo dependía de este tipo de actividad, así como también de una cordelería abandonada.
Como todo pueblo fantasma, las leyendas perduran. A la vera del camino de Suma a San Nicolás se encuentra un montículo de piedras con una cruz en su parte superior. Para que la gente llegue con bien a la hacienda y no sea atacada en el camino por algún animal o sufra alguna desgracia, debe poner nueve piedras a la cruz como ofrenda, según la creencia de los ancestros.
Con el paso del tiempo ha habido unos cambios en la estructura colonial de los inmuebles para mejorar las casonas antiguas y poder conservarlas actualmente.
También, existe una capilla católica que tenía como patrón a la imagen de San Nicolás, efigie sagrada que los creyentes en años anteriores adoraban con mucha fe, donde llevaban a sacerdotes a oficiar misas y realizaban sus novenarios.
Pero eso ha quedado en el pasado, ya que los amantes de lo ajeno han sustraído algunos objetos de la hacienda, como el reloj principal de la iglesia, una reliquia invaluable, así como una cruz grande con un corazón en el centro. Para los habitantes, estos robos de los valores culturales de la hacienda son debido a la escasa vigilancia de la Policía.
Algunas veces se pueden observar a algunas personas de la cabecera municipal caminando y haciendo su ejercicio acompañados del silencio de las mañanas o de los atardeceres de cada día; que sólo es interrumpido por los sonidos de los árboles acariciados por la brisa de aires frescos y de las aves del monte que revolotean entrando la noche, así como también se escuchan las campanas que llevan los bovinos en la garganta para agruparse en busca del camino de regreso a sus corrales durante las tardes.
La hacienda, por su tranquilidad, ha sido usada para grabaciones de vídeos musicales de algunos grupos de jóvenes. Actualmente, la familia Euán Bote y Euán Pech son los únicos que permanecen activos y vivos en esta pequeña hacienda de San Nicolás, municipio de Suma de Hidalgo, recordando a los que han emigrado o ya fallecieron.
Otro atractivo de estas tierras son dos cenotes mayas que se encuentran entre San Antonio Xiat y San Nicolás: Jay Dzonot (tierra de cenotes), que son muy visitados por los vacacionistas en épocas de calor.
Por cierto, en el KW Ceiba se ofrece en venta esta hacienda por 42 millones de pesos. En la promoción señala que tiene una extensión de 41 hectáreas, de las cuales 11 son ocupadas por las construcciones del casco y las 30 restantes son un terreno que puede ser desmontado. A la hacienda le construyeron ocho habitaciones con la intención de convertirla en un sitio de hospedaje tipo luxury.
Asimismo, a un costado del camino petrolizado que pertenece al mismo casco se edificó una construcción de dos pisos con un diseño tradicional de la región; en uno de sus costados hay una noria que actualmente está activa, y debajo de las construcciones hay una pequeña cueva subterránea a la que se accede por medio de unas escaleras artesanales de piedra que podría funcionar como una cava. La hacienda tiene un salón principal, una pequeña iglesia, cuarto de máquinas, bodegas y una explanada.
Síguenos en Google News y recibe la mejor información
AA