Obligado por el bajo precio de la naranja, hace 30 años, Emiliano Chan May, originario de Akil, emigró a San Francisco, California, con la esperanza de sacar adelante a su esposa y sus dos hijos. Por fortuna logró hacer realidad el sueño americano.
Estoy asombrado de ver tantos cambios en el aeropuerto, cuando me fui era mucho más pequeño y según pude observar mientras aterrizaba el avión, la ciudad de Mérida ha crecido bastante, dijo el paisano.
Como todo migrante estuve lavando platos y de lo que cayera, en mi pueblo el trabajo que realizaba era muy pesado, por lo que lavar platos era muy sencillo y eso me ayudó a salir adelante, lo mismo que a mis dos hijos, cuando tuvieron edad para trabajar, uno regresó conmigo y el otro solo espera a que una de sus hijas se case para hacer lo mismo.
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Agradezco a los empresarios de ese país por apoyarme, sin su ayuda no hubiera podido sobrevivir, comprar una casa y amueblarla, por lo que espera pasar el resto de su vida en su pueblo natal.
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NM