El abandono del otrora gran Hospital Regional de Alta Especialidad de la Península de Yucatán (Hraepy) ha transformado a esa institución que debería ser de salud y vida en una fuente de enfermedad y muerte: de 2023 a la fecha, la mortalidad se ha incrementado 66 por ciento, revelan fuentes que pidieron el anonimato.
La causa de esta escalofriante cifra fue la cancelación de una licitación pública para los servicios médicos integrados, que se dio precisamente hace un año, entre octubre y diciembre de 2023, y de la que la única explicación fue que se estaban “ajustando los parámetros del presupuesto”, para el siguiente año.
Esta es sólo una de las incontables irregularidades que aquejan a la institución, actualmente envuelta en problemas administrativos, de operatividad y de atención médica, que han encendido las alarmas en el sistema de salud, entre las que se cuentan el extravío intencional de facturas y una gruesa cartera vencida de proveedores, a quienes es les ha negado el pago.
El personal, que confió a POR ESTO! la larga lista de males que están matando al Hraepy, apuntó a dos actores intelectuales del hundimiento de la institución: el director actual -que ha pecado de inexperto- y la administradora Rossana Fuentes Suárez, “una dupla fatal”, han dicho los afectados.
El comportamiento de la funcionaria de marras, que tiene un expediente negro en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), desde donde llegó, ya ha motivado denuncias penales y quejas ante la Secretaría de la Contraloría.
Una reciente auditoría reveló el destino incierto de unos 14 millones de pesos, cuya comprobación está en el aire, porque Fuentes Suárez no ha querido revelar el paradero de este monto, lo que le ha generado entre la comunidad médica y pacientes señalamientos de malos manejos.
La forma en que este par de personajes ha conducido el hospital ha enrarecido ya el ambiente laboral, calificado por los empleados como “tenso y hostil”, aun cuando muchos de los trabajadores han dado la cara ante los pacientes e incluso han aportado de su propio dinero para comprar material médico para atender a los pacientes, debido al creciente desabasto. Los colaboradores bienintencionados se enfrentan a una burocracia lenta y negligente -un rasgo de la mala dirección- que limita su capacidad para sacar adelante a los derechohabientes.
La funcionaria implicada no ha podido explicar el paradero de estos recursos, lo que ha generado aún más dudas y descontento entre la comunidad médica y los pacientes, que hoy son víctimas colaterales de estos presuntos malos manejos.
Hoy, los “achaques” del Hraepy son aún más graves por la falta de mantenimiento de las instalaciones, a pesar de los millonarios contratos asignados a diferentes empresas, que no han dado ni siquiera resultados mínimos, y de los que POR ESTO! dará cuenta en próximas entregas.
Por lo pronto, cabe decir que la atención médica digna y de calidad es solo una frase vacía; quienes logran ingresar, después de largas listas de espera, se enfrentan a la triste realidad de que muchas muertes que pudieron haberse prevenido, ocurren dentro del propio hospital.
Continuará...