La pesca furtiva de pepino de mar y pulpo en las costas de Dzilam de Bravo ha generado indignación entre los pescadores locales, quienes acusan inacción de la autoridad, pese a las constantes denuncias.
Karim Saidén, integrante del Comité Comunitario de Vigilancia Pesquera y buzo monitor de COBI, expresó su preocupación por la depredación que enfrenta la región, y atribuyó el problema tanto a pescadores locales como foráneos.
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Uno de las principales denuncias es el uso de artes de pesca prohibidas y prácticas nocivas como el empleo de cloro para extraer pulpos de sus cuevas. Explicó que esta práctica no solo mata a los pulpos, sino que destruye las cuevas donde desovan, y afecta de manera irreversible el ecosistema marino.
“Es muy triste ver las condiciones en las que están las cuevas frente a Dzilam. Esto ya pasó en Campeche, donde la depredación llevó al desabasto de la especie. Estamos viendo cómo la historia se repite aquí”, señaló.
Además, denunció la llegada de pescadores de otras regiones, como Champotón, quienes no solo extraen de manera ilegal el producto, sino que también emplean técnicas que dañan los manglares y el medio ambiente. “Cuando realizan estas actividades, el agua salada que utilizan la arrojan al mangle, matando todo a su paso”, agregó.
Falta de acción de las autoridades
Pese a las múltiples denuncias interpuestas ante Conapesca, Sepasy y otras instancias, los pescadores aseguran que no han recibido respuestas efectivas. “La Marina y Conapesca vienen, dan sus vueltas y se van, pero no solucionan nada. Esto demuestra que a las autoridades no les interesa realmente el cuidado de estas especies”, lamentó Saidén.
Incluso en casos donde se ha logrado detener a pescadores furtivos con grandes cantidades de producto, como los más de 300 kilos de pepino de mar incautados recientemente, los responsables han sido liberados y continúan operando impunemente.
Ante la falta de respuesta oficial, los pescadores de Dzilam de Bravo decidieron organizarse hace un año para formar un grupo comunitario de vigilancia pesquera. Este grupo ha trabajado en la identificación de puntos donde se “sancocha” el pulpo, es decir, donde se procesan de manera clandestina. En varios casos, los pescadores destruyeron estos sitios y entregaron pruebas a las autoridades, aunque sus esfuerzos no han tenido seguimiento.
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“Al principio, toda la comunidad estaba de acuerdo con nuestras acciones. Fuimos a las instancias pertinentes, señalamos los puntos críticos e hicimos todo lo que estaba en nuestras manos. Pero sin apoyo de las autoridades, nuestras acciones solo llegan hasta cierto punto”, explicó Saidén.
La pesca furtiva no solo afecta directamente a los pescadores locales, quienes dependen de estas especies para su sustento, sino que también pone en peligro el equilibrio ecológico de la región. La destrucción de cuevas de pulpo y manglares tiene consecuencias a largo plazo que podrían afectar la biodiversidad marina y la. economía local.
Los pescadores de Dzilam de Bravo hicieron un llamado urgente a las autoridades para que tomen medidas concretas y efectivas ante esta situación, antes de que sea demasiado tarde. “Todos dicen que quieren hacer algo, pero hasta ahora no ha pasado nada. Necesitamos acciones reales para proteger nuestras costas y nuestro futuro”, concluyó Saidén.
