El chooch es uno de los frutos que abunda en los municipios de Yucatán y con el transcurso del tiempo ha ido presentando riesgo de desaparecer, debido a la tala inmoderada por el crecimiento urbano. Los antiguos pobladores señalaron que en su momento este alimento abundó en los traspatios y fue muy consumido por los mayas.
Esta especie vegetal actualmente es poco demandada por los lugareños; sólo unos cuantos que crecieron conociéndola proceden a integrarla a su alimentación, los demás la desconocen o la mantienen fuera de su dieta. Sin embargo, quienes hasta la fecha la siguen ingiriendo alegaron que su sabor es único.
Noticia destacada
Autobuses de ‘Va y Ven’ le gana terreno a los taxis en el aeropuerto de Mérida por las tarifas altas
Esteban Pech, lugareño, comentó que hace un tiempo había varias matas silvestres en su vivienda, pero el ingreso de la Tormenta Tropical Cristóbal ocasionó que estas murieran y se pudrieran por el exceso de agua, al quedarse acumulada durante varias semanas. “Este fruto es muy dulce, es demasiado delicioso. Lástima que perecieron mis plantas, no se alcanzaron a salvar. Ahora casi ya no hay de éstas”, expresó.
En el municipio son pocos los árboles que existen y los que hay en algunos domicilios no son reproducidos para que se puedan rescatar de la pérdida que enfrentan. El entrevistado aseguró que hoy en día muy pocas personas optan por buscar esta especie para consumirla, mientras que durante la época de cultivo se genera un gran desperdicio por esa razón.
Esta fruta tiene el tamaño de una toronja y brota en los meses de junio y agosto, pero muchas veces se extiende hasta finales de septiembre. El árbol llega a medir hasta 20 metros de alto. Los consumidores de este alimento exótico explicaron que su cáscara es demasiado dura y aparenta ser una jícara, por lo que no es comestible; solamente las pepitas se ingieren, que por lo general son tres o cuatro, en donde se encuentra el meollo con un sabor muy dulce.
Para quienes querían consumirla antes de su tiempo de maduración, Esteban mencionó que varias personas llevaban a cabo un tipo de ritual que consistía en golpear el fruto y girarlo en repentinas ocasiones diciendo: “Salte maduro, salte crudo”, que en lengua maya se traduce como Jok’en tak’en cheche, y así se podía ingerir antes de que estuviera sazón.
La preocupación del poblador por la planta es muy notoria, pues comentó que es muy difícil de reproducir mediante las semillas, dado que por lo general esta crece de forma espontánea en los patios. “No sale la planta por sí misma. Cuando cae el fruto se pudre. Es rara la vez que brota una mata, es muy complicado. Lo malo es que ya se está perdiendo con el transcurso del tiempo”, concluyó.
GC