La emblemática Chichén Itzá, considerada la joya de la corona de las zonas arqueológicas, no sólo de Yucatán sino de México, registró una caída significativa en el número de visitantes durante 2024. De acuerdo con cifras oficiales del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), este retroceso implicó la pérdida de casi 85 mil turistas en comparación con 2023, en un contexto de baja generalizada en el segmento turístico a nivel nacional.
En 2024, Chichén Itzá recibió un total de 2 millones 248 mil 197 visitantes, cifra menor a los 2 millones 332 mil 445 registrados en 2023. La disminución fue particularmente notable en diciembre, cuando la zona arqueológica atrajo a 230 mil 13 personas, casi 33 mil menos que el mismo mes del año anterior.
A pesar de esta baja, Chichén Itzá logró mantenerse en el primer lugar del ranking nacional de zonas arqueológicas más visitadas, superando a Teotihuacán, que recibió un millón 662 mil 18 turistas, y a Tulum, con un millón 114 mil 572 visitantes. No obstante, los porcentajes de participación turística de Chichén han disminuido de manera alarmante. Mientras que en 2021 concentraba el 30 por ciento de los turistas de ruinas en México, en 2024 esta cifra cayó al 23 por ciento.
El retroceso de Chichén Itzá impactó directamente en el desempeño general del turismo en Yucatán. Otros sitios icónicos como Dzibilchaltún y Mayapán también sufrieron cierres o reducciones significativas en su flujo de visitantes, contribuyendo a una baja generalizada en el turismo arqueológico del estado. Según las estadísticas, el segmento inició el año con un promedio mensual de 280 mil visitantes, pero cerró con registros de menos de 200 mil por mes en los últimos trimestres.
Este descenso también se reflejó en el indicador general de turismo con pernocta, que cayó un 1 por ciento hasta noviembre del 2024. En comparación con 2023, el balance resultó negativo, evidenciando un año complicado para el sector turístico estatal.
Entre los factores que han influido en esta caída se encuentra la falta de regularidad en la promoción turística, el cierre temporal de ciertas zonas arqueológicas y una disminución general en el turismo internacional debido a la inflación y cambios en las preferencias de los viajeros.