Las selvas del sureste mexicano esconden atractivos especiales, que aguardan a ser descubiertos por quien se atreve a explorarlas. Sin embargo, al momento en que se recorren los senderos de estos sitios repletos de vida, se deben extremar precauciones por que los riesgos siempre están a la orden del día.
Además de las serpientes e insectos, que podrían representar un riesgo al momento de desplazarse entre la vegetación, existe un árbol peligroso, capaz de causar daño considerable en la piel, en caso de entrar en contacto con su corteza o con la savia que se encuentra debajo de ella.
Este árbol es conocido popularmente como Chechén, y su nombre científico es Metopium brownei. A igual que se pariente, Metopium toxiferum, produce urushiol, aceite presente en ciertas plantas de la familia Anacardiaceae, que puede producir dermatitis y un dolor intenso cuando se toca. A pesar de la toxicidad de su resina, el Chechén se considera una valiosa fuente de madera en América Central, por lo que los troncos recién cortados, así como los árboles vivos, deben de ser manejados con cuidado.
¿Cómo identificar al árbol de Chechén?
El Chechén posee una corteza escamosa, tiene hojas onduladas con manchas oscuras, y un signo particular es que su savia se torna de color negro al momento de entrar en contacto con el aire, característica importante para lograr identificarlo. Su tronco, de forma recta, puede alcanzar los 25 metros de alto, y sus frutos son bayas ovoides, similares a la forma de un huevo.
¿Existe un antídoto?
De forma curiosa, el antídoto ante el daño causado por el Chechén, se encuentra en otro árbol, que incluso, en ocasiones se puede hallar junto a este. El Chaká o Bursera simaruba, cuenta con una savia bajo su corteza, que puede ser utilizada varias veces al día, como un lavado (se debe preparar un té) o ungüento, para aliviar la picazón y acelerar el proceso de recuperación.
La leyenda del Chechén y el Chaká
De acuerdo con una leyenda maya, en algún punto de la historia, existieron dos hermanos con personalidades opuestas, Chechén, lleno de odio y rencor, y Chaká, bondadoso y generoso. Ambos sostuvieron una intensa disputa que resultó en su trágica muerte, por lo que al ser testigos de la situación, los dioses decidieron convertirlos en árboles.
El primero sería un árbol tóxico, cuya sabia causa dolor, representando su amargura. El segundo sería un árbol curativo, cuyas propiedades alivian el daño causado por su hermano.