
La construcción de carreteras, escolleras, diques, caminos y la realización de ciertas actividades humanas ha fragmentado las playas y las dunas costeras, modificando el flujo del agua en el manglar, principalmente en las entradas de San Felipe, Río Lagartos, Las Coloradas y El Cuyo, afectando la anidación de las tortugas marinas.
La duna costera posee una superficie de 60 mil 347.82 hectáreas, se localiza en el extremo oriental de la franja litoral de Yucatán; al Norte limita con el Golfo de México, al Sur con los municipios de Tizimín, Río Lagartos y San Felipe, al Este con Quintana Roo y al Oeste con el municipio de San Felipe.
Su vegetación se extiende desde San Felipe hasta el estero de Chipepte, su comunidad se compone de plantas xerófitas tropicales, dominadas por pequeñas palmas y grandes suculentas, reveló el biólogo marino Juan Cortázar.
Inicialmente, la vegetación de la duna fue transformada por el establecimiento de plantaciones de cocos, particularmente en la zona de El Cuyo, posteriormente ha sido sustituida o transformada por la actividad salinera de la zona.
La extracción de sal ha modificado el declive y ha alterado los procesos naturales de sedimentación. Además, la presión demográfica de Las Coloradas y El Cuyo ha contribuido a la deforestación de la duna costera.
La construcción de escolleras, diques y caminos, además de la división de terrenos para venderlos como lotes para edificar casas ha estado fragmentando la costa, lo que ha alterado los procesos naturales que se llevan a cabo en esta área. Esta situación ha impactado de manera negativa a la tortuga marina, ya que estos ejemplares muchas veces se quedan atrapados en zonas de declive, lo que provoca su muerte y una interrupción en el ciclo reproductivo de la especie.
En la Reserva de Ría Lagartos y puertos cercanos anidan cuatros especies de quelonios que llegan a la costa a desovar: la tortuga carey (Eretmochelys imbricata), la caguama (Caretta caretta), la verde (Chelonia mydas) y laúd (Dermochelys coriacea).
Estas especies están en peligro de extinción, ya que se adaptan con dificultad a los ambientes modificados y son muy sensibles a las perturbaciones humanas, es por ello que se debe tomar acciones para frenar la fragmentación de la duna costera, expresó Juan Cortázar.