“San Juan Bautista es el único santo al que la Iglesia celebra su nacimiento, al considerarlo como algo sagrado”, explicaba el obispo San Agustín (354-430) en sus sermones en los primeros siglos del cristianismo. Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos testamentos, el Antiguo y el Nuevo; así lo atestigua el Señor cuando dice: “la ley y los profetas llegaron hasta Juan”, manifestó el vocero de la Diócesis de Campeche, Gerardo Casillas González.
Reconoció que aunque hay personas que desconocen esta celebración, la Iglesia recuerda el Evangelio que nos presenta la gran alegría que trajo para toda la comarca el nacimiento de Juan el Bautista, el Precursor. “Si algo le está haciendo falta hoy al mundo es esta “alegría” que nace del corazón.
Es necesario que cada uno de nosotros nos convirtamos en el instrumento de Dios, para que la gente se dé cuenta de que la presencia de Cristo en el mundo es una realidad y que Él es la única posibilidad que tiene para ser verdaderamente feliz. Nuestra sonrisa, nuestra alegría, nuestra sencillez ante las cosas y el mundo, son la mejor invitación para que la gente crea.
Zacarías no podía hablar, así que tomó lo que tenía a la mano y el plan de Dios continuó adelante; nos dice que en ese momento todos se “maravillaron”. Hagamos lo posible para que la gente se sienta invitada a vivir siempre con un espíritu diferente, de paz y amor. Tú puedes ser el instrumento para que Dios llegue al corazón de los demás”, dijo.
Cabe recordar que San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo. “En el primer capítulo de San Lucas se narra que Zacarías era un sacerdote judío casado con Isabel y no tenían hijos, porque ella era estéril. Estando ya de edad muy avanzada, el ángel Gabriel se le apareció a Zacarías de pie a la derecha del altar.
El mensajero divino le comunicó que su esposa iba a tener un hijo, que sería el precursor del Mesías, y a quien pondría por nombre Juan. Zacarías dudó de esta noticia y Gabriel le dijo que quedaría mudo hasta que todo se cumpla. Meses después, cuando María recibió el anuncio de que sería madre del Salvador, la Virgen partió a ver a su prima Isabel y se quedó ayudándole hasta que nació San Juan.
Así como el nacimiento del Señor se celebra cada 25 de diciembre, cercano al solsticio de invierno (el día más corto del año), el nacimiento de San Juan es el 24 de junio, alrededor del solsticio de verano (el día más largo). Así, después de Jesús los días van a más y después de Juan, los días van a menos hasta que vuelve “a nacer el sol”.
La Iglesia señaló estas fechas por el siglo IV, con la finalidad de que se superpongan a dos fiestas importantes del calendario greco-romano: “Día del Sol” (25 de diciembre) y el “Día de Diana” en el verano, cuya fiesta conmemoraba la fertilidad. El martirio de San Juan Bautista se conmemora cada 29 de agosto.
(Karina Gómez)