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El tráfico de madera se ha convertido en un negocio que deja millonarias ganancias a las células de traficantes que operan en la geografía municipal, quienes talan y trasladan sin problema los cargamentos por las carreteras que carecen de vigilancia de la Policía Federal y de la Guardia Nacional.
Campesinos denunciaron que los núcleos forestales son saqueados por “talamontes”, y su dirigente, Jesús Franco Pineda, expuso que no hay operativos para impedir el delito.
Aseguró que por las noches circulan camiones cargados para llevar el producto a los aserraderos de Escárcega o Chetumal.
Abundó que la devastación los afecta al escasear los recursos maderables y que ellos sí realizan el aprovechamiento sustentable, por lo que pidio atención a la problemática.
Por José Valencia