Limpieza de huesos, rito ancestral en Pomuch, Campeche

Para los mayas, la vida no terminaba con la muerte, más bien, iniciaba un nuevo ciclo de vida, misma que estaba en el mismo plano terrenal, pero a la par con las deidades o dioses, por ello, la limpieza de los restos óseos era una actividad vital para esta comunidad, misma que continúa presente en nuestros días y que se ha convertido en un rito único en el mundo realizado principalmente en el cementerio de la comunidad de Pomuch, en el municipio de Hecelchakán. En la temporada de los fieles difuntos, conmemorado entre el 30 de octubre y dos de noviembre, se acostumbra que las familias de este pueblo, acudan a las criptas de sus familiares para “prepararlos para su regreso al mundo terrenal”.

De acuerdo con la historiadora Lileny Chan, los mayas consideraban que cada persona tenía un corazón sagrado formado por una serie de componentes anímicos que transitaban por los espacios del cosmos. Además explicó que en el estudio Las entidades anímicas en el pensamiento Maya , de Roberto Martínez González, investigador  del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se señala que “el corazón sagrado contiene emociones, entendimiento, estados de ánimo, valores personales, memoria y voluntad”.

La egresada de la Universidad Autónoma de Campeche (UAC) aseguró que para los mayas, la muerte “tienen la noción del devenir constante, por ello, hay fases de destrucción y fases de creación”, por ello, en cada fin del ciclo maya, es decir, el día de los fieles difuntos, es una oportunidad para encontrarse con el plano terrenal en el que se encuentran los vivos.

De igual forma, consideró que prevalecer las costumbres y tradiciones son un recordatorio para que las comunidades Mayas nunca olviden de dónde vienen y cuál será su destino, así como los “Baktunes” que es la unidad más larga del sistema calendárico maya conocido como cuenta larga, misma que equivale a 144 mil días.

Declaración de sepulturero

En este sentido, reconoció que la limpieza de los huesos se niega a desaparecer, ya que la mayoría de los habitantes de Pomuch sin importar la religión, siguen la tradición, comentario que también comparte Venancio Tuz uno de los sepultureros de los que labora en el panteón y quien, a su vez, explicó el protocolo que todas las familias siguen en estos días.

“Las familias llegan, casi siempre son los padres o hijos del difunto, sacan los restos de las criptas, las colocan a un lado y proceden a limpiarlos con una brocha. Al mismo tiempo, colocan unas mantas recién bordadas y limpias, en una caja de madera para que cada pieza limpiada sea colocada en su interior; luego de ello, son colocados en los osarios ubicados en el interior de los coloridos nichos. El color, es definido por todos los familiares, algunos ponen el color favorito del occiso y otros, el que sea de su preferencia, todo con tal de que el alma de su difunto se quede “a gusto en su nueva casita”, explicó.

A diferencia de las exhumaciones realizadas por empresas especializadas, en la comunidad de Pomuch, no es necesario expedir un permiso para sacar, limpiar y volver a colocar los restos de algún familiar en el panteón comunitario. El sepulturero Venancio Tuz explicó que, para poder realizar este ritual, deben haber pasado como mínimo tres años del fallecimiento, pues es el tiempo estimado de la composición total del cuerpo.

“Hay quienes vienen hasta los cinco años de haber fallecido porque una vez pasó que una familia vino y al sacar a su difunto, se dieron cuenta que no estaba descompuesto en su totalidad, sino que se había quedado como una momia, no sabemos si fue por lo que les ponen las funerarias o por naturaleza, pero así estaba”.

Señaló que la autoridad del sitio emite permiso sin documento, es decir, que una vez cercanas las fechas, las familias saben que pueden iniciar con la limpieza de los restos, pero una vez concluida la temporada, se prohíbe realizarlo.

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JG