La Zona Arqueológica de Dzibilnocac debe ser promovida para atraer al turismo nacional y extranjero para que conozcan las bellezas con que cuenta el municipio, para ello se debe conservar y preservar la herencia que nos legaron nuestros antepasados mayas, en la zona montañosa que abarca la junta de Dzibalchén, dijo su presidente municipal Diego Yerbes González
El alcalde señaló que “en Dzibalchén tenemos tres maravillas de la Zona Arqueológica como la de Hochob que es jurisdicción de Chencoh; El Tabasqueño que está en etapa de restauración por el daño que sufrió al derruirse varios muros tras el paso de las tormentas tropicales “Amanda” y “Cristóbal”, en el año 2020, que también arrasaron con la carretera que conduce a la zona maya”, detalló.
En esta parte del municipio el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) resguardó los vestigios para reponer la originalidad de las estructuras y fachadas.
El presidente Diego Yerbes dijo que sigue vigente el proyecto de que Dzibalchén sea Pueblo Mágico junto con otras juntas municipales, incluida la Villa de Pomuch, en Hecelchakán, ya que ese sitio es muy conocido por el ritual que se realiza para honrar a sus muertos y por su gastronomía; la Villa de Bécal, jurisdicción de Calkiní, también debería ser considerado, “pero vamos a esperar a ser llamados para confirmar nuestros sueños”, aclaró.
En el caso de Dzibalchén, contó que “tenemos fama de nuestros ancestros chicleros que igual explotaron madera del Palode Tinte, esa es una razón por la cual confiamos en el proyecto de Pueblo Mágico”.
Continuando con las tres maravillas de Dzibalchén, el poblado de Vicente Guerrero tiene una riqueza en su Zona Arqueológica Dzibilnocac ubicada a casi 200 metros del centro del pueblo, y cuenta en los costados con medio centenar de montículos o “cuyos” .
“El lugar fue visitado por mayas de Guatemala y quetzales después de Cristo para intercambiar mercancía con objetos; según la historia, lograron tener amistad los quetzales con la Zona Arqueológica Dzehbactun, así lo dio a conocer la arqueóloga alemana Iken Paap quien trabajó en la zona de Santa Rita antes de la pandemia.
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LV