Dentro de la Semana Santa el jueves santo es dedicado al pasaje bíblico en el que Jesús lava los pies a sus seguidores y es una ceremonia litúrgica en la que el sacerdote o una figura religiosa lava los pies a varias personas, simbolizando los doce apóstoles, tal como lo hizo Jesús.
“Con el Lavatorio de los pies Jesucristo nos enseña la humildad, demostrándonos que debemos ser servidores del prójimo, y cuando el evangelio de San Juan relata que Jesús decide lavarle los pies a sus discípulos, nos ofrece un testimonio de la vocación al servicio del mundo y de la Iglesia que tenemos nosotros los fieles”, sostuvo el padre Martín Mena, en la iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes en Champotón.
Sostuvo que “antes de comenzar la última cena, Cristo sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y tomando una toalla, se la ciñó, luego echó agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido”.
Al igual que los apóstoles, en especial San Pedro, nos quedamos asombrados, como Cristo que tiene todo el poder y que es Dios se pone al servicio del hombre. Un Dios que lava los pies a su criatura. La realidad es que Dios mismo quiere recordarnos que la grandeza de todo cuanto existe no reside en el poder y en el sojuzgar a otro, sino en la capacidad de servir y al darse dicho servicio se da gloria a Dios.
DL