En Campeche y en todo el país, matar se ha vuelto como el juego de la feria de las escopetas contra los patos: mientras más caen, más ganan. Por lo que, mientras el Estado no ponga orden en ello, seguiremos viendo con tristeza cómo las olas de violencia no solo seguirán creciendo, sino que cada vez serán más y, sobre todo, sangrientas. Así lo señaló José Francisco González González, obispo de la Diócesis de Campeche, al referirse a los más de tres días en los que Ciudad del Carmen ha tenido hechos de bala con al menos dos personas muertas.
La inseguridad es un tema sensible en toda la sociedad mexicana y no está exenta la campechana, por lo que la Iglesia Católica ve con preocupación el crecimiento de la tasa de inseguridad, donde las cifras oficiales distan mucho de las realidades que se viven en entidades como Culiacán. Esta es una muestra, ya que en un inicio se dijo que no era de importancia y resultó algo grande. Lo que pasó con el Mayo Zambada es algo de décadas que se ha gestado; cierto es que fue un detonante, pero la pólvora ahí estaba.
Sinaloa, Michoacán, Chiapas y Guerrero, que no solo es golpeado por los huracanes sino también por la inseguridad, están asediados por la ola delictiva —dijo— al mencionar que antes los guatemaltecos se refugiaban en Chiapas, y ahora es al revés. Lo mismo pasa en Jalisco, Guanajuato y Colima: hacia donde se voltee, la delincuencia está robando la paz de la población.
González González afirmó que es una situación muy preocupante, porque aunque hay mucha fuerza de seguridad, un contingente de 400 mil efectivos con armamento de primer orden, uniformes, vehículos, no se ve que la seguridad sea un derecho de los mexicanos, sino que se percibe como un sueño platónico, un anhelo.
“Cuánto hace falta que el Estado, que es quien tiene la obligación de llevar la seguridad adelante, logre pacificar. Pero si hay impunidad o colusión con los grupos criminales, no van a encontrar solución. Se necesita que esto acabe, y la autoridad debe tener un comportamiento recto para lograrlo. Las autoridades saben cómo, dónde, cuándo y quiénes circulan la droga y deben poner orden. Si no lo hacen, ¿qué más podemos esperar? Y si a esto le sumamos el tráfico de armas, no van a acabar con la violencia”, reiteró.
El obispo de Campeche dijo sentirse preocupado porque haya tantos homicidios que no se aclaran. Es decir, parece que matar se ha vuelto como en las ferias, en las que solo pasan los patitos y con una escopeta los derriban. Desafortunadamente, a decir de la autoridad eclesiástica, México está organizado así, porque entre más caen, mejor para el resto.
Aunado a ello, sostuvo que existe una crisis legal, ya que preocupa la supremacía constitucional, porque si no hay controversias o ley de amparo ante la injusticia, al pueblo solo le quedará someterse a lo que la autoridad en turno vaya diciendo.
JGH