Aún con la popularidad y lo barato de la ropa ser modista no pierde importancia, este es el caso de María del Rosario Zavala Cabrera, con 50 años de experiencia en confección y reparación de prendas de vestir, quien señala que la venta por internet y la producción en volumen dan como resultado piezas sin simetría del cuerpo, razón por la que muchos ciudadanos acuden a los talleres de costura para “moldear” las piezas nuevas.
Propietaria del local marcado con el número 12 de nombre “Naivi”, en el interior del mercado “Morelos”, María del Rosario asegura que su trabajo se basa en hacer las cosas con amor y creatividad, “porque solo así pones el alma y los resultados son magníficos”. Su experiencia -continuó- le ha permitido sacar adelante a sus hijos y mantener el legado familiar que la convirtió en modista.
Contó que perdió a su madre cuando tenía cinco años de edad, a los nueve se la llevaron a vivir con sus abuelos al Estado de Tabasco; su abuelo era sastre y desde entonces adoptó el gusto por la costura, “aprendí del mejor”. Conforme fue creciendo tomó talleres para convertirse en modista, un oficio que considera bondadoso y aunque muchos creen que pronto desaparecerá, asegura que están equivocados.
Explicó que, en la actualidad, la gente desecha las prendas con facilidad y esto tiene que ver con la fácil adquisición de la ropa, mucha exportada y comprada por internet a precios económicos, que además de estar hecha con telas de baja calidad es producto de grandes maquiladoras que manejan tallas desproporcionadas del cuerpo humano.
“Las maquiladoras hacen las camisas a medio hombro que cuando te la pones te queda mal porque el hombro está caído, para no perder la inversión el comprador acude con la costurera o modista para que la moldeen. Ahora está de moda la ropa de ‘Shein’, son muchísimas personas las que vienen con prendas que traen ‘chaparreras’, como si estuviéramos deformes, pues no van con la simetría de un cuerpo humano”, dijo.
Agregó que es costumbre comprar una prenda por la tela y el diseño de moda, pero al probársela se ven los defectos y entonces se requiere de una modista con la que se invierte para dejarla bien, “puedes aprovecharla, ya que el amor por el trabajo es mantener la ropa de añoranza”, explicó al agregar que una costurera pone parches, cambia cierres, entre muchos otros remedios para que la prenda de vestir persista o se ajuste a la persona que la usa.
Zavala Cabrera reconoció que solo cuando entregas el alma en lo que haces los resultados son satisfactorios, lo que a ella le ha funcionado más de cinco décadas, ya que -reconoció- hay muchas personas que se dicen costureras o modistas, pero son “chambonas”, no hacen un trabajo de calidad sino solo buscan obtener ingresos y no miden su capacidad.
Para una de las fundadoras del mercado “Morelos” su aventura en la moda inició al comprar su primera máquina de coser con valor de 12 pesos, antes de que la moneda se devaluara, hoy costaría 12 mil pesos, pero afirma que ha sido la mejor inversión de su vida pues fue con la que sacó adelante a sus hijos e, incluso, una de sus hijas se convirtió en su trabajadora y se encarga de repararle su herramienta de trabajar.
Datos del Gobierno Federal indican que en México hay 414 mil personas dedicadas al negocio de corte y confección, entre costureras, modistos, sastres y confeccionadores; asimismo, promediando los cuatro rubros se ganan seis mil pesos mensuales en esta industria que ocupa la décima actividad que más aporta al PIB, con 3.2 por ciento; este dato, según el Inegi.
JY