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Cultura

Pedro de la Hoz

Es muy posible que hayan tomado prestada la idea del cine, donde desde los inicios de la década de los ochenta del siglo pasado, en vísperas de la proclamación de los Oscar, se dan a conocer los Razzies, especie de antipremio para las peores producciones y más lamentables desempeños de la temporada en la industria fílmica.

El caso es que la revista Time, en los últimos años, publica una lista de lo que su equipo de cultura y espectáculos considera las peores canciones, en la cual la más mala entre las malas en 2018 correspondió a la pieza Psycho, de Post Malone, y no es un juego de palabras. Post Malone es el nombre artístico del rapero y productor neoyorquino de 24 años Austin Richard Post, quien en poco tiempo ha conseguido una legión de seguidores en YouTube y jugosos dividendos en la industria fonográfica, a partir de su sencillo White Iverson (2015) y de su primer disco con el sello Republic Records, Stoney.

En verdad Psycho deviene ejemplo del empobrecimiento del hip hop cuando se asume desde el costado más rutinario en ritmo y espíritu, de modo que le hace un flaco favor a un complejo musical que en sus inicios, y luego con gente muy seria y auténtica en el mainstream, reflejó un costado de la cultura popular norteamericana, el de la comunidad afronorteamericana confinada en las grandes urbes por la pobreza y la marginalidad.

La explotación comercial desmedida –cada vez da más ganancias– y la exacerbación de patrones conductuales asociados a la violencia y el sexismo han llevado a la devaluación artística parcial de un género que mucho ha aportado y debe seguir aportando a la música de nuestra época.

Si Psycho cayó en el pozo fue también por la alianza que Post Malone estableció para su grabación con Ty Dolla $ign –así, con signo de dólar en la grafía–, un rapero que ha alcanzado notoriedad por sus textos homófobos y contra la dignidad de la mujer. Paradójicamente, el señalamiento negativo de Psycho coincidió en diciembre con el lanzamiento del sencillo de Post Malone, Wow, en la que el cantante se celebra a sí mismo. En su letra dice: “Antes de lanzar Stoney, a ninguno de ustedes le importaba realmente/ Ahora siempre dicen ‘Felicitaciones’/ Y esto no es una botella de 40, pero estoy derramando esta mierda/ Solía tener un montón, pero ahora tengo más/ Hice otro hit porque estaba aburrido”. Ahí está su talante de cuerpo entero.

Post Malone no es el único malo de la película. Habría y hay muchísimos más si la selección considerara no solo la obra de los famosos ni aquellas canciones posicionadas en las listas de éxito, y se abriera a otras zonas de la industria, como las músicas de origen latino que cada vez circulan más en los Estados Unidos y desde allí al resto del mundo, comenzando por América Latina, cuyos principales circuitos de distribución dependen de las transnacionales afincadas en el vecino norteño.

Ciñéndonos al listado de Time, veremos que hacen compañía a Post Malone otros ilustres encumbrados por la fama, como Eminen (Fall), Kanye West(I Love It, junto a Lil Pump), Maroon 5 (Girls like You) y Justin Timberlake (The Hard Stuff). La única inclusión de artistas latinos recayó en el tema Taki Taki, que une a DJ Snake, Ozuna, Selena Gómez y Cardi Be (sacó dos papeletas entre los malos, pues colaboró además en la mencionada canción de Maroon 5).

Taki Taki pegó y se multiplicó como una hemorragia en las plataformas digitales y los canales de videoclips. Cierto que empalaga, como tantísimos productos de fácil consumo. Time criticó la falta de estilístico de los cuatros protagonistas, lo cual atribuyó a una falla de producción. Yo diría que ese es un mal menor. La mediocridad precede a la realización, de modo tal que ni el mejor encaje pudiera salvar.

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