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Cultura

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos

Francisco Riverón HernándezX785Su retrato

Voy a decir cómo es ella,

cómo la formó el amor:

Su tamaño es una flor

creada por una estrella.

Su pie sirviera de huella

al paso de las espigas,

su piel de sales amigas

es de tan blando ademán,

que se me parece al pan

que le doy a las hormigas.

Sus manos: Ni el terciopelo

tiene aquel gesto que digo.

Ni hay una forma del trigo

capaz de explicar su pelo.

Su voz: Dile al riachuelo

que te regale una espuma,

que se caiga de la pluma

en una tinta que suene,

para que el aire se llene

de aquello que la perfuma.

Su boca: Dos amapolas

con una herida en el beso,

punto final y regreso

de todas mis penas solas.

Su andar: Inventa unas olas

que no sepa darte el mar.

Si quieres tener su andar

donde tu sueño suceda,

toma un columpio de seda

y empiézate a columpiar.

Su mirada: Si se pierde

la encuentran por su mirada.

No hay luz más enamorada,

ni hay esmeralda tan verde.

Dile al sol que te recuerde

cuando aquello te deslumbre.

Y piensa en la mansedumbre

de mi amado sueño roto,

que vive usando su foto

como una dulce costumbre.

786Tú y los objetos

Aquí donde estoy estás,

pero en un perfil secreto,

el rostro de cada objeto

tiene tu rostro, además.

Tiene ese olor que le das

a la envidia de las rosas.

¡Qué fuerzas tan poderosas

mueven tu recuerdo aquí,

que si no fuera por ti

yo no tuviera estas cosas!

El cielo gasta ese añil

que le regalan tus ojos

y va dejando sus rojos

disueltos en tu perfil.

Una estrella de marfil

se desploma sobre un rato,

araña su amor el gato

de mi vecino más viejo

y del marco de un espejo

va emergiendo tu retrato.

En una esquina del cielo

sangra el poniente sonoro,

como si en un chorro de oro

se derramara tu pelo.

El agua de un arroyuelo

con tu sonrisa me toca

y en una campana loca

que siento, pero no veo,

va llegando el tintineo

que sólo tiene tu boca.

Ya ves amor, cada objeto

se va poniendo tu modo.

Es porque tú estás en todo

con tu amoroso secreto.

Inventas un amuleto

y en todo pones tu clima.

Yo llevo tu magia encima

como un milagro viviente

para que tu sangre ausente

estalle sobre una rima.

787El vaso

Helo aquí: Limpio y total

amor de una sola franja,

con su violín de naranja

acostado en el cristal.

Este no es un vaso igual

que los otros. –Digo yo–

Aquí el cristal se cuajó

en un vidrio diferente

como el alma transparente

de quien me lo regaló.

Me lo dieron para el uso.

Lo usaré hasta la fatiga.

Hasta que el vaso me diga

que está alegre del abuso.

En este borde alguien puso

su beso, que el mío evoca.

Siento que el violín me toca

la adorable sinfonía,

que gotea en ambrosía

de la lluvia de su boca.

Desde que lo tengo aquí

ni lo friego, ni lo enjuago.

Cuando lo toco me embriago

con lo que trajo de allí.

Y siempre ha de ser así

cuando lo tenga que usar.

Así se habrá de quedar

hasta el último regreso,

porque con él vino un beso

que no se debe borrar.

Este es mi vaso. Tan mío

como su mano de raso…

¡Este es el único vaso

que nunca estará vacío!

Como el milagro de un río

en permanente fluir,

este vaso ha de vivir

eternidades dichosas,

porque está lleno de cosas

que no se pueden morir.

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