Ivi May Dzib
Hablar de un tema complejo como el aborto requiere estar dispuesto a ser empáticos y ser inclusivo, ponerse en el lugar del otro, sobre todo si los que opinan son hombres que nunca sabrán lo que es la maternidad. En ese sentido, pensamos que hablar sobre la mujer embarazada es un tema que podría ser exclusivo de ellas, sin embargo, vemos cómo el odio predomina cuando hombres y mujeres hablan sobre estar en contra del aborto y a favor de la vida. Una estudiante denuncia en las redes sociales que al bajarse del autobús tres hombres le dijeron “entonces te vamos a violar para que puedas abortar a gusto”, el motivo fue que la joven tenía un pañuelo verde apoyando la despenalización del aborto. Es en ese sentido que resulta urgente que tomemos conciencia que la manera en la que construimos los imaginarios siempre ha sido desde una visión patriarcal donde se quiere que el hombre tenga la última palabra, y esa educación machista ha sido tan exitosa que son muchas las mujeres que consideran que una mujer o una niña sólo por el hecho de estar embarazada tiene la obligación de parir o si no será castigada por toda la eternidad y estará privando de un futuro a un pobre ser, cuando precisamente uno de los argumentos para la despenalización del aborto es tener conciencia que en muchos casos no hay ningún tipo de futuro digno.
Entiendo que hay personas que crecieron condicionadas con ciertas creencias y que en su falta de oportunidades para decidir abrazaron una ideología que está basada en el rencor y la condena, esa misma que inventó la Iglesia con la falacia del infierno y que en su momento generó muchas ganancias, haciendo millonarios a pocos (vendiendo el perdón) a costa de muchos. También entiendo que hay gente que está ya formada y es incapaz de tener criterio, porque eso implica poner en duda sus propias creencias y sopesar diferentes realidades, de ahí que cuando hay temas que los cuestionan son incapaces de oír, porque su “verdad” es la única y hay que imponerla a todos, les guste o no. El aborto más que una imposición se plantea como una opción para la mujer que por una u otra circunstancia no quiere seguir con su embarazo, esta opción ofrece la posibilidad de actuar con libertad, ya que sólo hay libertad si tenemos opciones para decidir. En ese sentido, entiendo que hay quienes están imposibilitados de salir de su pequeño mundo, uno que fue alimentado por el prejuicio y por el universo sentimental que impuso la televisión y toda la industria que convirtió a México en el pueblo sentimentalista que hizo al entonces Papa Juan Pablo II el amigo del alma de este país, en el cual Marcial Maciel cometió una de las grandes atrocidades de la historia en contra de la niñez y del cual el querido amigo del alma fue cómplice. Pero sin querer ser pesimista, también entiendo que hay a quienes desde su sensibilidad, a lo mejor las historias de mujeres abusadas por la familia, las instituciones, la sociedad, los medios pueden ayudarles a dimensionar la complejidad del asunto, y es posible que entonces a eso a que llaman vida le den otro sentido.
Y hablo de esto porque se destila odio por todas partes para quien piensa distinto. Yalitza Aparicio participó en un foro donde celebró la despenalización del aborto en Oaxaca, de ahí que el panista Francisco Cano Ail, quien preside el Consejo Nacional de Estudiantes de Yucatán dijera que lo mejor hubiera sido que la abortaran. Cuando eres un servidor público y no comparten tus ideas de privar de derechos a las personas, por lo general se pensaría en un debate de ideas en pro de políticas públicas que beneficien a la ciudadanía, en cambio, lo que tenemos son declaraciones impulsadas por el berrinche y la rabia, además de ese castrante deseo de anular al otro, el cual siempre acompaña el discurso de personas que tienen poco que argumentar y repiten como credo esas ideas que les inculcaron desde siempre. En conclusión, el nivel de los que impulsan las políticas es tan pedestre que luego se preguntan porqué se piden las cosas con violencia.