Ivi May Dzib
Lo primero que tienes que hacer es cerrar los ojos y pensar
en todos los brazos que han rodeado tu cintura y en las palabras
que tersas dijeron de ti y a ti “no me iré nunca”
como si esa promesa fuera garantía de un mar sin sargazo
y es que de buenas a primeras sabemos que
no hay llanto más conmovedor que el de la reminiscencia
ni gota más profunda que el de las palabras que atónitas
no alcanzan a cubrir el dolor de lo que se siente
y golpea a hiel de sombra sin intención de dañarte
anoche conocí formas de brujas y fantasmas y un susurro
de niño que busca a la madre y a la noche
como si las dos fueran una sola y como si las dos amaran
esta es la materia del gozo y del abrazo y del precipicio
y del hartazgo
un enlistado de verbos que se confunden y pernoctan
de casa en casa de cuerpo en cuerpo y se disparan relámpagos
para ser a fuerza nulos que entre suspiros cansados
se contradicen como los días donde uno era una forma hueca
una careta difícil de leer que no tenía necesidad de parque
ni forma más parca que la del día que no se cumplió
hay promesas marchitas que se evaporan como las nubes
o los sueños de la adolescencia y solo queda
deponer las armas vagar indefenso y salir a la guerra
con la esperanza de que la luz ha de cegarte.