José Antonio Cutz Medina
El K’asap de los Aj pulya’ob
Bajo las sombras de la noche, en lo más profundo del monte, donde todo es silencio y misticismo, ahí habitan los que poseen el poder oculto. Los campesinos evitan pasar o acercarse a sus viviendas. Son esos lugares donde suele escucharse voces y cánticos extraños, rezos que generan temor entre los avecinados de la localidad. Entes que viven solos, nadie se atreve a molestarlos, únicamente van al pueblo a comprar mercancía y sobre la misma regresan. Durante su llegada al pueblo, los vecinos evitan salir de sus casas, son ellos, los Aj pulya’ob (los que dominan el arte de tirar dolor y enfermedades); son los que conocen y practican el k’asap (maligno).
Desde lo más profundo de los siglos y eras de los tiempos, los pueblos originarios conservan y practican la creencia de la existencia de entes que dominan y practican el poder místico de saber tirar dolor y sufrimiento a todas aquellas personas que se lo merecen por sus actos y comportamientos que lastiman y dañan a otras personas.
De generación en generación, estos sabios juglares del poder nocturno trasmiten sus conocimientos; he tenido la honrosa oportunidad de conocer y platicar con algunos de ellos con la finalidad de saber un poco de su sabiduría y secretos ocultos, tema que ocupa estas líneas.
Los conocimientos malignos de los que practican la ciencia oculta ancestral siguen siendo temidos y respetados entre las localidades del sur y oriente del Estado. De estos seres se habla o platica muy poco. Las familias o campesinos que se animan a abordar el tema, lo hacen casi susurrado, como temiendo que alguien los escuche.
Los Aj pulya’ob son especialistas para hacer rituales nocturnos, brebajes y pócimas en nombre de la persona destinada; conocen y saben de plantas y yerbas de su entorno, animales ponzoñosos y dañinos para las personas, saben invocar seres sobrenaturales, presagian y auguran el resultado de sus “trabajos”.
Entre las localidades mayas se les nombra como K’asap; algunos testimonios registrados relatan cómo se manifiesta la ciencia oculta de los escribas mayas. De los anterior, una informante señala:
“k’asap kiins le máako’, ba’ale’, mix máak tsikbasltik, jach k’aas bix u kíimij máak beyo’, táanile’ ku jaantim u pixan máak, ts’o’okole’ ku xupik a wíinkilal yéetel k’oja’anil”. (Es horrible ver morir personas de esta manera, primero te come el alma, luego va consumiendo tu cuerpo con la enfermedad que se tira).
El testimonio oral describe, representa y da cuenta del poder y conocimientos de aquellos entes que dominan el arte de hacer y tirar dolor al señalado. El poder oculto de estos personajes es casi un secreto de muerte entre los pueblos debido al temor de ser escuchados por el espíritu de los Aj pulya’ob, pero, sobre todo, al miedo de observar cómo se manifiesta la agonía de la persona destinada.
Las voces comunitarias prefieren callar lo que observan; esto es parte de ese poder místico que envuelve a estas realidades fenomenológicas que hoy en día muy pocas personas pueden explicar. Se podría decir que estas prácticas ocultas son para contrarrestar la maldad que genera el propio ser humano. A Los Aj pulya’ob se les continúa buscando para requerir sus servicios por gente de diversos estratos sociales o credos religiosos.
En la actualidad existen localidades, tales como Yaxcaba, P’ustunich y Popola, donde es posible ampliar estos saberes ancestrales. El solo nombre de estas localidades encierran el conocimiento y poder místico del pueblo mayacense, p’ustunich significa “el lugar de los encorvados”; Popola, “el lugar de voces y narraciones místicas”, ni qué decir de la localidad quintanarroense de Waymaax, “el mono brujo”.
La ciencia maya oculta prevalece hoy en día; sus herederos continúan, se les percibe su presencia. En el Popol Vuh se les menciona como seres mortales que pueblan la faz de la tierra y transitan con su ciencia, ahí se habla del misterio de la vida y de la muerte.