Manuel Tejada Loría
Tal vez si dejáramos los memes
un poco aparte
dejar atrás tanta necedad
que se crea para vender
y que consumimos idiotizados
like tras like
emoticón tras emoticón
banalizando nuestra intimidad
exhibiendo las emociones
al mejor postor
en esta burda
pornografía del ser.
Ya va siendo hora de olvidar
el doble discurso tan infame,
aquellas palabras de odio y
de violencia que se encubren
de luminosos pixeles,
y que en lo verbal
usan disfraces de bondad
de compromiso ante la cultura
aunque la rabia los delate.
No hay nada más violento
que un consejo no pedido,
que un prejuicio hecho acción,
que una discriminación
enmascarada de eufemismo;
desborda el odio
en la incomprensión de lo distinto,
en los excesivos señalamientos
de gordura,
estatura, color de piel
y control de talla,
en dimes y diretes que van y vienen
sin otro objeto que violentar:
¿Con esa misma repulsión al prójimo
se defienden las “causas más justas
y nobles”?
¿Qué estamos compartiendo
más allá de nuestra precaria frustración?
La vida tiene que estar en otra parte.
La belleza no se rinde
ante la infamia.