Pilar Faller Menéndez
En el año de 1813, las Cortes de Cádiz en España, finalmente suprimían el Tribunal de la Inquisición que se llevó tanto en España como en América, lo cual le puso fin a una era muy oscura de persecuciones y tormentos que duró varias décadas. Las Cortes de Cádiz se instauraron cuando Napoleón llegó a España, la cual se regía antes de su llegada, por costumbres y legislaciones que eran ajenas a la Ilustración y a las corrientes reformistas.
En España, los Reyes Católicos fundaron los Tribunales de la Inquisición en 1478, y en América en 1569, con el fin de vigilar y hacer cumplir tanto la doctrina como la moral católica. La Inquisición en América persiguió principalmente a los judíos y personas que profesaban religiones que no fueran el catolicismo, y sufrieron éstas penas como el encarcelamiento, torturas y hasta pena de muerte. Desgraciadamente, al salir Napoleón de España, y con el regreso de Fernando VII al poder de España, la Inquisición fue instaurada de nuevo.
La llamada Santa Inquisición, regida por el Tribunal Eclesiástico, ha sido uno de los temas históricos que más se han abordado y también uno de los menos comprendidos, sin que por esto se le justifique. Es imposible hablar solamente de los métodos de tortura que utilizó, así como el número de víctimas que dio cuenta.
La palabra inquisición tiene su origen en el latín “inquiro”, que significa buscar e “inquisito” que significa búsqueda. El Tribunal tenía como objetivo la búsqueda y el castigo de los herejes, y es necesario aclarar que no solamente existió una inquisición, aunque dos fueron las más conocidas: la Inquisición Medieval y la Inquisición Española.
La Inquisición Medieval estuvo bajo el mando directo del Papa, y tuvo sus orígenes con la persecución de los cátaros y albigeses que profesaban la doctrina del catarismo, que era un movimiento religioso de carácter gnóstico, el cual se propagó por Europa Occidental a mediados del siglo XII entre algunos habitantes de Francia, especialmente en Languedoc, donde contaba con la protección de algunos señores feudales, que eran vasallos de la corona de Aragón. El mundo material para ellos era considerado como una obra demoníaca.
La Inquisición Española, como ya se mencionó, perseguía a los llamados “judaizantes” que eran los judíos convertidos al cristianismo, pero que mantenían en secreto sus tradiciones. A diferencia de las otras inquisiciones, estuvo al mando del Estado, y comenzó con los Reyes Católicos en 1478 y se eliminó por completo en 1834. Las inquisiciones portuguesa y romana estuvieron bajo la autoridad del Papa.
Los procesos que seguía la Inquisición se alejaban del Derecho Romano y de su proceso acusatorio, en el cual el que acusaba debía presentar pruebas ante un juez para que éste decidiera si el acusado era culpable o no.
El proceso de la Inquisición se dividía en seis partes, las cuales comenzaban con el Edicto de fe, en el cual se invitaba a la persona a denunciarse a sí misma si se le consideraba hereje, período que duraba entre 30 y 40 días. La segunda parte era la detención, la cual se llevaba a cabo una vez que se levantaba el informe conocido como “sumaria” que eran los testimonios de cargo del acusado, el cual era arrestado y sus bienes confiscados. Si la persona era de alto rango, le era permitido tener hasta dos esclavos durante su encierro.
La instrucción era la tercera parte, en la que una vez detenido el presunto culpable, era aislado en una celda durante semanas o meses. Muchos de los acusados no sabían la razón por la que habían sido encarcelados y cuando los inquisidores lo interrogaban, las preguntas se relacionaban con los oficios que habían desempeñado, quiénes eran sus padres y abuelos, ciudades donde había vivido, esposa o esposo, hijos, así como los viajes realizados, seguidamente se comprobaba que conociera las principales oraciones católicas, y que dijera el motivo por el cual estaba detenido, así como la confesión de sus pecados.
Después de la instrucción que podía llevarse a cabo hasta tres veces, seguía la tortura si el acusado no confesaba, entonces era llevado a la celda de tortura donde solamente tenían acceso el escribano, los inquisidores y el verdugo. El fin de la tortura era hacerlos confesar, a pesar de que los inquisidores sabían que no era un medio seguro para que obtuvieran la verdad.
La quinta parte, y la más injusta, llamada el veredicto, era un punto en el cual era imposible declarar a la persona acusada inocente, y era preferible decir que no se habían recolectado las pruebas suficientes, por lo que el grado de culpabilidad tenía tres tipos: los herejes que se negaban a serlo a pesar de las pruebas, los culpables que lo confesaban y los pertinaces que aseguraban su inocencia. Los dos primeros podían reconciliarse al retractarse, dependiendo de su delito, y los pertinaces eran divididos en tres categorías, de las cuales ninguna tenía un final deseable.
La sexta y última parte del juicio, era el auto de fe, el cual debía realizarse un domingo o un día festivo, con el fin de que los habitantes pudieran asistir, y se les avisaba mediante una proclama pública. Al penitente se le vestía según el delito cometido, un Sambenito que era un escapulario que se les colgaba a las personas culpables, y eran conducidos al lugar donde se realizaría el auto de fe, un predicador pronunciaba un sermón que atacaba la herejía, después se leían las sentencias, y llevar a los condenados a los lugares de suplicio, después de lo cual arrojaban sus cuerpos a la hoguera hasta reducirlos a cenizas.
No se tienen cifras exactas sobre las muertes que causó la Santa Inquisición, ya que no solamente la Inquisición fue culpable porque siempre existió la colaboración Iglesia-Estado. Los gobiernos de Alemania, Francia, España, Portugal y otros, realizaron las torturas y los autos de fe.
Gran parte de las inquisiciones que se aplicaron durante seis siglos, finalizaron en siglos después, aunque la “Romana” todavía existe, en 1965 cambió su nombre por el de “Congregación para la Doctrina de la Fe” y su campo de acción está limitado dentro de la misma Iglesia.
Algunos instrumentos que fueron utilizados han sido motivo de exhibiciones en muchas partes del mundo, y muestran los horrores por los que tuvieron que pasar los que fueron acusados de herejes.