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Cultura

Juan Duch Colell, en su centenario

Jorge Cortés Ancona

Si bien la fecha exacta corresponde al mes de diciembre, este año se cumple el centenario del nacimiento del poeta y periodista Juan Duch Colell (1920-1998), nacido en Mérida, de padres catalanes, y estuvo activo en la vida cultural desde muy joven.

De las muchas facetas de su vida tengo en cuenta sus labores de promoción cultural, primero con el grupo Provincia a inicios de la década de 1940 y, más adelante, como Director General de Bellas Artes en los primeros años del gobierno de Agustín Franco Aguilar. Esa última labor fue de mucha actividad en todas las disciplinas artísticas, con el apoyo de un grupo de intelectuales y artistas que dejó huella en la cultura yucateca. Esos eran tiempos en que la labor artística se remarcaba en los informes del gobierno estatal.

Las fotografías de los archivos del Diario del Sureste permiten conocer algo de lo realizado y no sólo en Mérida, sino también en otros municipios. En esos años se contó con visitantes distinguidos, como los poetas Nicolás Guillén y Regino Pedroso, el teatrista y artista visual Tadeusz Kantor, la pintora Fanny Rabel, el actor Fernando Soler y el dramaturgo Federico Schneider Inclán, entre otros.

Hombre sensible, de expresión elegante al hablar y, a la vez, de temperamento explosivo, atrajo numerosas amistades pero también algunas animadversiones.

Debe considerársele también como polemista político, dentro de esa sujeción que a lo largo de la historia yucateca se ha padecido con relación a los grupos partidistas. En 1942, cuando sorpresivamente la candidatura oficial para gobernador recayó en Ernesto Novelo Torres, la intelectualidad de la época se dividió. Encabezados por Antonio Mediz Bolio, el gran perdedor del momento, Santiago Burgos Brito, Agustín Franco Aguilar, Carlos Loret de Mola y Juan Duch Colell emprendieron, desde la Ciudad de México, una batalla contra el gobernador a través del semanario Crónica, que tenía como contraparte en Mérida al también semanario Sábado, encabezado en sus inicios por Humberto Lara y Lara.

Eran ingeniosas las sátiras de este periódico hacia el otro grupo, como la parodia del poema “Los lagartos”, de León Felipe, publicada bajo el seudónimo de “León Fetiche” para hacer mofa de Duch Colell. Sin embargo, ésa fue una situación coyuntural y años después –según me han asegurado amigos de ambos– tanto don Juan como don Humberto reanudaron la amistad que persistió sin fisuras hasta el fin de sus días. Aquellos años de pugna quedaron sólo como una serie de anécdotas divertidas.

Debe destacarse que si bien dicho grupo político-intelectual no consiguió llevar a Mediz Bolio a la gubernatura en un par de intentos más, sí logró, en cambio, que tanto Franco Aguilar (1958-1964) como Loret de Mola (1970-1976) fueran gobernadores del Estado. A su vez, Burgos Brito y el propio Duch Colell tuvieron un papel de liderazgo cultural durante sus respectivas vidas. Ese ha sido uno de los grupos políticos más exitosos en Yucatán, tema digno de estudiarse (pero como la historia yucateca termina en 1924…).

Su trayectoria vital abarca otras facetas: labores periodísticas en diversos periódicos mexicanos, sus colaboraciones en las revistas Sucesos y Siempre, su estancia de cuatro años en la Unión Soviética, la revista Juzgue en Mérida, las publicaciones de Komesa, los inicios de la enciclopedia Yucatán en el tiempo, la dirección del ICY durante seis meses…

Cabe recordarlo, sobre todo como poeta, como un creador de palabra directa, que se centró en los sucesos y personas del aquí y del ahora. Que reconoció en un canto la valía del músico Gustavo Río y con ello la de todo un ambiente cultural, que le cantó a España y al exilio vivido por su familia, que se expresó en favor de las luchas libertarias de Latinoamérica, en especial de la Revolución Cubana, o que se expresó también en relación al mar, a la vida, a las artes y a los amigos.

Una poesía en su mayor parte de verso libre o semilibre, conversada, clara y enérgica, inusual en el panorama poético yucateco de sus tiempos y en buena parte del mexicano. El mayor homenaje que se le puede rendir a un poeta es leer y difundir su poesía. Esperemos que ello ocurra este año con Juan Duch Colell.

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