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Cultura

Liborio Crespo, poeta desconocido

Jorge Cortés Ancona

Este año en que se conmemora el centenario del fallecimiento de Venustiano Carranza, puede recordarse un epigrama bastante agresivo contra el caudillo, uno de los hombres de actuación determinante en el proceso revolucionario mexicano.

El epigrama dice así: “Si vas a Tlaxcalantongo / procura ponerte chango, / porque allá al Barbastenango / le sacaron el mondongo”, el cual incluyó Gabriel Zaíd, en su Omnibus de poesía mexicana bajo el título “Por el asesinato del presidente Carranza (1920)”.

Su autor fue Liborio Crespo. Información sobre la vida de este poeta aparece en un sitio de internet (Estampas francorrinconesas), donde se reproduce una ficha escrita por su amigo Julio Orozco Muñoz y, de manera dispersa y escueta, en libros, folletos y diarios de debates.

Liborio Crespo fue un poeta, abogado y político yucateco nacido en Mérida en 1872 y radicado desde pequeño en el estado de Guanajuato. Vivió en León, San Francisco del Rincón y Celaya, ciudad esta última donde falleció en 1925. Fundó revistas literarias y apoyó a varios poetas jóvenes del Bajío.

Mantuvo algunos contactos con Yucatán como pude verse en El Político. Semanario de Literatura, Información y Variedades, Órgano de “La Funeraria”, del 14 de octubre de 1906, donde se publicó un poema en prosa suyo titulado “Trabajo”, que concluye diciendo: “En el átomo y en el sol, en el pétalo y en el cráneo, soy la ley que preside, gobierna y determina todas las creaciones… Soy el padre del pan; soy la fecundidad universal; soy la redención del hombre… ¡soy el Trabajo!”.

Sus poemas se recopilaron en De otras primaveras, publicado en 1924 en la ciudad de México, con prólogo del poeta guanajuatense Rafael López. Mi descabalado e incompleto ejemplar me ha impedido conocer todos los textos incluidos, y entre los que se puede leer figuran algunos de tema social, otros de circunstancias y otros más de tema amoroso.

“Carne púber” es uno de estos últimos. Escrito en versos alejandrinos, es un poema que en la actualidad vemos con suspicacia desde el mismo título pero, al parecer, el tema no causaba molestias en la sociedad mexicana de esos tiempos. Lo reproduzco por su valor estético, por su concepción genésica del cuerpo y, sí, también por su cadenciosa expresión erótica:

“Carne púber, carne blanca, me fascina tu belleza, / y el arranque majestuoso de tus curvas palpitantes / y la gloria de los senos, floraciones deslumbrantes / del connubio de la vida con la gran naturaleza.

En las venas azuladas de tus mármoles triunfantes / late el germen de los seres y el futuro se espereza… / ¡Carne púber, carne blanca, me fascina tu belleza, / y el arranque majestuoso de tus curvas palpitantes!

Cuando besa el sol de nieve de gardenias albeantes / que sonrosa el leve tono de la sangre de la fresa / y, cual lluvia de oro, flotan los cabellos ondulantes / en la gloria de los senos y en las curvas palpitantes, / ¡carne púber, carne blanca, me fascina tu belleza!”.

Tal vez sean pocos los comentarios críticos acerca de su obra, pero alguien ya lo había elogiado desde sus tiempos juveniles al referirse a “la musa de Liborio Crespo, briosa, vigorosa, ardiente como la caldeada tierra yucateca”.

Una calle en la colonia Santa Martha Acatitla Sur, en la ciudad de México, y otra en Celaya llevan su nombre.

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