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Cultura

Dzitás

José Iván Borges Castillo*Impresiones de viajero

Ubicado en el oriente del Estado, Dzitás es un pueblo antiguo con una rica tradición en torno a su patrona Santa Inés y la actual lucha por recuperar semillas nativas (emprendida por los hombres campesinos del lugar, empujados por el colectivo).

Dzitás es un pueblo especial. Un largo camino desde la entrada del pueblo nos lleva a la plaza principal, arboleada y centro del próspero municipio; árboles, casas altas de vieja construcción, arquería del Palacio Municipal y una Iglesia de aire colonial (y de frontispicio decimonónico), dan imagen de lo que es este pueblo. Su origen se pierde en la densa bruma del pasado, el Chilam Balam de Chumayel lo enuncia en su lista de pueblos congregados del orientea: “Dzitháás. Honkauil. Tixmex. Kochilá. Tix Xocen. Chumpak. Pibahul. Tunkáás. Haaltunhá”. La mención de Dzitás como “Dzitháás” nos habla de sus nombre antiguo y, desde luego, de su origen prehispánico.

Es por el nombre del pueblo donde también se nos habla de su origen maya. En su estudio, Antonio de Mediz Bolio refiere que la palabra, tal como aparece en el Chilam Balam, revela “lugar del salto sobre la albarrada”, y continúa explicando: “Dzit Haas. Hoy Dzitás, y verdaderamente, Dzit Haz. Nombre de un pueblo de Yucatán; de ‘dizt’, saltar, y ‘az’, cerca, albarrada ligera”. Para mediados del siglo XIX, el cura don Antonio García llega a la conclusión de que el nombre se debe a una especie de zapote o mamey. Otros estudios, como el de Julián Troncoso y Manuel María Castellanos, opinan los mismo, eso de que el nombre habla de “una mata de mamey, de ‘dzit’, solo (en modo despreciativo) y ‘ás’, contracción de ‘hás’, mamey”. Por el mismo asunto, Alfredo Barrera Vázquez le da por significado un árbol de plátano: “chacal haas, o sea, haas grande o rojo, pasando haas a significar plátano”.

En su libro de Etimologías Mayas, publicado en 1910, Manuel Rejón García explica: “Composición, dzi haas: de haas banano, árbol muy común y conocido con el nombre de plátano se deriva el de dzi haas con que se designa el mismo, cuando la baya de sus frutos, rompiendo las varias capas que constituyen el tronco, sale hacia afuera y más baja que la oscilante bóveda de sus hojas”.

En el momento de la conquista española, el lugar estaba bajo el dominio de la familia Cupul, y con la instauración del nuevo gobierno civil, fue establecido como encomienda de españoles, dado al veterano soldado de la tropa de los Montejo –llamado Juan Cano– y, posteriormente, también fue encomendero de ese pueblo Salvador Carrillo.

Con la conquista militar y civil española llegó también la llamada conquista espiritual. Los franciscanos llegaron a Dzitás a bautizar a sus nativos, a levantar el altar a la Santa Cruz, a impartir los sacramentos y el catecismo. Auxiliares en la empresa de conquista, ellos trazaron las calles del pueblo y erigieron la primitiva Iglesia, a la que pusieron por patrona a Santa Inés, una mártir de Cristo. En la historia de la Iglesia en Yucatán, Dzitás tiene un capítulo importante, lo escribe Fray Bernardo de Lizana en su libro Devocionario a Nuestra Señora de Izamal y conquista espiritual. La historia señala que Fray Diego de Landa, en sus misiones por evangelizar, había llegado hasta Dzitás en un momento preciso, era el año de 1551: “Y luego que descubrió la plaza a vista de la casa del cacique, vio muy adornado, y compuesto todo el rededor… un mancebo de hasta dieciocho años de edad, muy cargado de flores” iba a ser sacrificado, pero Fray Diego fue enseguida a desatar al jovencito, desbarató todo el altar y tiró los antiguos ídolos al suelo. El pueblo reunido escuchó entonces un largo sermón y los alentó a dejar esas antiguas prácticas y que reverenciaran al nuevo Dios, dice el Lizana que nadie se atrevió a levantarse en contra del fraile “porque un resplandor salía de sus rostro”.

En la estrategia pedagógica de catecismo de los evangelizadores, debe entenderse el motivo principal de por qué fue dada como patrona Santa Inés mártir a este pueblo: porque los sacrificios de jóvenes cesaron, pero en memoria de todos esos sacrificios, la patrona de Dzitás tendría que ser una mártir y una joven. En su honor había que hacer fiesta y también sacrificios, ya no de personas, pero sí de animales, en este caso de los pavos, “los grandes cantores” como dice el Chilam Balam de Chumayel. El llamado Kotz Kal Tzoo, el baile del sacrificio de los pavos, forma parte de la rica tradición de danzas autóctonas de Yucatán, y tiene su origen en Dzitás, de donde lo han copiado en época reciente Akil y hasta Santa Elena, que también tienen a Santa Inés de patrona.

Ya para mediados del siglo XVII, otro cronista franciscano, fray Diego López de Cogolludo, escribe que la Iglesia de Dzitás pertenece a la administración del convento de Zonot, hoy Cenotillo, bajo el patrocinio de “Santa Inés del de Zitaz”.

Dzitás se conservó como un pueblo de la provincia de Yucatán por los tres siglos de dominación española. Ya para el siglo XIX, con la Independencia nacional, le fue favorable, ya que instituyó su gobierno local con su Ayuntamiento. Sin embargo, todo esto vendría a desaparecer con la Guerra de Castas que estalló en el oriente en 1848, tras la gran primera etapa de la guerra, y de sufrir la toma por parte del ejército de los mayas rebeldes (que quemaron todo a su paso). Fue hasta el 17 de enero de 1918, cuando Dzitás fue elevado a municipio libre y soberano de Yucatán, rango que conserva. El actual Palacio Municipal, sede del poder civil con su honorable Ayuntamiento, es un amplio corredor al frente, que dejó como oficias la antigua casa de piedra del siglo XVIII, entonces levantado por el gobierno español como local de la administración, tanto de su gobierno como de la República de indios.

Dzitás es un pueblo distinguido, calles limpias y amplias, edificios públicos bien pintados, una plaza con árboles frondosos en cuya sombra descansa el viajero o se recrea el vecino. Las tienditas y el comercio hacen fluida la plaza y es grata la impresión de estar de visita en este pueblo.

La Iglesia es una obra ejecutada en los siglos, primero una amplia nave con presbiterio, sacristía y espadaña de campanario, en tiempos de los franciscanos. Luego a impulsos del párroco don Cosme María Bobadilla, a finales del siglo XIX y principios del pasado, un cambio total: el frontispicio remodelado con una gran espadaña de campanario y el águila del Escudo Nacional enfrente. Dicen los abuelos que, desde los altos de la Iglesia, el pueblo se defendió en la Guerra de Castas.

Entre los dichos yucatecos de antaño, destaca ése que dice: “Se divirtió como el cura de Dzitás”, que, según se cuenta, un cura español recién llegado a Yucatán fue invitado a divertirse en una cacería de venados, llevado al monte y dejado solo; al mediodía, el padre sufría bajo el sol y, cuando los campesinos pasaban, le preguntaban cuál era el motivo de sus estancia en el monte y él respondía que se estaba divirtiendo. Así fue como nació eso de que se divierten como el cura de Dzitás.

Tiene una población de alrededor 3,682 habitantes, poco más de mil quinientos son maya hablantes. Ocupa una superficie de 456.03 kilómetros cuadrados. Su principal actividad económica está conformada por la agricultura, la ganadería y el constante movimiento de migración a zonas de trabajo turísticos como Chichén Itzá o al vecino Estado de Quintana Roo.

Es último sobre todo ante la situación que se vive de abandono al campo, de contaminación y despojos de tierras, que afectan a todo Yucatán. En el municipio de Dzitás un grupo de hombres campesinos, jóvenes, mujeres y adolescentes, han conformado en un colectivo bajo el nombre de “Chuk Je’el”, que significa en maya “Buscando responsables”, con la meta de rescate de semillas nativas. Esta noble labor tiene a la cabeza a varios señores y jóvenes, distinguiéndose la mano de Alejandro Salazar Chay, joven de la comunidad que ha logrado importantes logros en esta materia, desde su fundación en 2017. Nos congratulamos con él, y que su ejemplo cunda en otras comunidades.

Hay un aire de vida y alegría en la plaza de Dzitás, sus famosos gremios con sus vistosos adornos de papel picado, las mestizas de huipiles y rebozos que cruzan al molino, los niños y los mayores en sus bicicletas, dan una estampa especial a la comunidad. Nos refrescamos en la tienda del centro llamada La Principal, unos panecitos y agua fresca nos ayudaron a reponer fuerzas para continuar el camino.

De algo estamos seguros: falta escribir la historia del pueblo de Dzitás.

Mi público agradecimiento al periódico POR ESTO!, cuya divisa de Dignidad, Identidad y Soberanía nos permite compartir estas cortas líneas.

*Escritor comunitario.

Unión de Escritores Comunitarios de Yucatán

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