Por Joaquín Tamayo
El español Sergio Vila-Sanjuán escribió un best seller para explicarse, precisamente, en qué consiste el misterio del best seller, las razones de su exitoso hechizo y cuáles son sus recursos de contenido y de estructura.
El efecto del tomo ha sido igual al de las cajas chinas: una sorpresa dentro de otra sorpresa.
El libro goza de buena reputación en un vasto y poliédrico sector que lo consume sin concesiones: el público lector en general, los editores y los propios escritores. Cada uno, desde su trinchera, intenta conocer si hay una fórmula y cómo se prepara uno de estos proyectos destinados al triunfo comercial y, en algunas ocasiones, a la victoria literaria.
Tal vez inspirado en la observación del galés Ken Follet, quien parte de la idea de que “hay un cierto esnobismo sobre eso de que solo lo difícil es bueno”, el también periodista cultural se abocó a la investigación de este extraño fenómeno constituido por los libros de súper ventas.
Vila-Sanjuán quería saber de primera mano cuál es el secreto, el milagroso detonante que hace posible que una obra, literaria o no, se posicione en el gusto de los lectores, a veces con un efímero carisma y, en otras, de modo más definitivo, casi perdurable: futuros clásicos, pues, en esta segunda denominación.
Código best seller es un ambicioso reportaje, aunque tiene un aire enciclopédico por su acopio de datos entrelazados con distintas teorías. Claro, también puede leerse como un extenso y didáctico catálogo de libros y autores cuyo denominador común resultó el relumbrón que dejaron –o siguen dejando– a su paso.
De entrada, hay que decir que Vila-Sanjuán fue, desde su niñez, un lector ecléctico, una sensibilidad abierta, despojada de prejuicios, con el propósito de nutrirse de obras de la llamada literatura popular y, a su vez, de la considerada alta literatura. Nunca, y lo comenta así en la apertura de su estudio, sintió ese placer lleno de culpa por aproximarse a libros que, según la crítica y los especialistas, no reunían la calidad en la escritura ni la profundidad en sus argumentos y personajes.
Sin embargo, nada lo detuvo. De acuerdo con su testimonio, primero leyó a Verne y a Dumas y con la misma alegría y entusiasmo se acercó a Crichton y a Larsson.
La sed de palabras y de aventuras intelectuales lo llevaron, por supuesto, a leer las grandes piezas de la creación de todos los tiempos.
Ahora, ya en la edad madura, ya con la experiencia acumulada en el periodismo cultural, Vila-Sanjuán posee la perspectiva suficiente para enhebrar su personalísimo concepto del tema a través del análisis de libros sustanciales en determinadas épocas.
El escrito comienza con un repaso por el derrotero de los volúmenes que han registrado grandes ventas durante la historia de la humanidad. Señala, asimismo, de qué modo el impacto favorable de esos trabajos ha estado condicionado por el clima predominante en las sociedades de las cuales surgieron.
Páginas adelante, concluye con una premisa: “El mundo del best seller es lo bastante amplio para que resulte difícil generalizar. Pero podemos señalar en muchos la vocación de universalidad. Domina el lenguaje claro. El barroquismo es un enemigo de la gran difusión, como la densidad de prosa, y por eso grandes autores literarios han encontrado a menudo dificultades para conseguir ventas extraordinarias (…) En general, prima el contenido sobre la forma”.
Pero también destaca que, en la mayoría de los casos, en específico con respecto a la novela, hay elementos indispensables que no varían entre texto y texto. Una muestra: la dosificación de la intriga y la voluntad de terminar cada capítulo en la peligrosa orilla de un dilema, en el acantilado de una acción, en un clímax significativo.
Recurren así a viejas herramientas procedentes de la novela por entregas, del suspenso del relato folletinesco, en la actualidad tan bien aplicado a las series televisivas.
“Si la tradición estrictamente literaria reconoce sobre todo el genio, la tradición del best seller aplaude más que nada el oficio”, medita el escritor.
Un pasaje medular de Código best seller se ocupa de una larga relación de títulos, con todo y sus sinopsis y antecedentes. Son los libros que para Vila-Sanjuán capitalizaron mejor el tópico de “más vendido”. De la novela histórica de Sir Walter Scott, con Ivanhoe, va a Los misterios de París, de Eugenio Sue; para después mencionar a Alejandro Dumas, Julio Verne, Vicente Blasco Ibáñez, Pearl S. Buck, Ana Frank, Hermann Hesse, Antoine Saint-Exupéry, J. D. Salinger, J.R.R. Tolkien, Ian Fleming, Morris West, Jacqueline Susan, Isabel Allende o Ken Follet.
Luego de esa larga peregrinación por libros y escritores, uno reflexiona: el gran secreto del best seller es que no hay secreto. Los azares de la vida, las circunstancias de cada novelista y de su entorno, así como la divulgación que se haga de la obra, ayudarán a colocarlo en las estanterías, pero nada, ni la técnica ni el virtuosismo ni el tema en sí, podrán anticipar su éxito o su fracaso en el ámbito de los lectores, pues son estos quienes finalmente lo reescriben cuando se sientan ante él, miran la portada y entran a la página. Alguien lo dijo bien: la belleza está en la mirada del espectador.