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Cultura

La cruz del camino

José Iván Borges Castillo*

¡Con esta señal venceremos!

A escasos kilómetros de llegar a Tekal de Venegas, sobre el antiguo camino que conduce a Izamal, se encuentra un lugar dedicado a la Santa Cruz desde tiempo muy antiguo. El punto donde se ubica, parte el camino a la finca Nuptunchén.

Los pueblos antiguos de Yucatán tuvieron, al parecer, colocados en los cuatro puntos cardinales y otros en los inicios de camino o en los llamados cabos, o sea, las salidas del pueblo, pequeños altares de piedra donde se levantaban cruces de madera, o en ocasiones de piedra tallada.

A decir de los mayores de la comunidad, estas cruces levantadas a un lado del camino ejercían el poder divino de protección a la comunidad, no dejaban pasar enfermedades, epidemias, y detenían los vientos malos que quisieran entrar al pueblo, especialmente durante la sequía, en el llamado tiempo del Yax Kín.

Ante esas cruces iban los Yum Hmenes a ofrendar en santo zaca cuando las enfermedades flagelaban al pueblo, ante ellas recitaban sus oraciones en lengua maya y elevaban sus jícaras con la sagrada bebida.

La especial veneración a la cruz llegó con los conquistadores espirituales a esta tierra maya. En las misiones de evangelización los franciscanos erigían un altar a la cruz y ante ella se bautizaron a los naturales, se bendijeron las uniones matrimoniales y dio comienzo el catecismo. En un aviso dado por el Obispo de Yucatán Fray Francisco de Toral, el primer Obispo que llegó a tomar posesión, se manda: “Pónganse cruces a las entradas y salidas de los pueblos y patios y désele a entender a los indios cómo ha de reverenciar las cruces, acordándose cómo en ella obró Cristo Nuestro Señor el misterio de nuestra redención…” esto alrededor del año de 1563.

De Tekal de Venegas parten cuatro caminos principales, el primero es el que va a Izamal, luego otro parte a Temax, luego va otro a Tepakán y uno más a las antiguas fincas de Tiholop y Uaymil, a excepción de la Santa Cruz del camino a Izamal, todas las demás se habían conservado, gracias a los campesinos y ciertos vecinos de Tekal que las restauraban cuando era necesario.

La Santa Cruz del camino a Izamal se encuentra en ese lugar desde mucho tiempo atrás, quizá su origen haya sido en los primeros siglos de la cristiandad de estas tierras, pero siendo de madera fue de manera constante repuesta, en cada vez que fuera necesario. Del siglo pasado sabemos que lucía cobijada bajo la sombra de dos grandes árboles de laurel. Y de la década de los años 40 se conserva una anécdota sobre ella.

Cuentan que don Max Carrillo, un vecino de Tekal, corto de entendimiento, hacía las veces de mandadero a Izamal por encargos de los vecinos de este pueblo; evidentemente siempre pasaban caminando frente a la Santa Cruz cuando se conducía a la vecina ciudad, tuvo la osada idea de probar qué tan poderosa era la Santa Cruz, ingenuo era el pobre hombre en su pensamiento, y diseñó un plan.

Entonces ocurrió que un día mientras se iba acercando al altar, tomó unas piedras y comenzó a lazárselas a la Cruz diciendo “vamos a ver qué tan poderoso eres”, los campesinos que pasaban lo reprendían: “¡Ay don X’Max no está bien eso que haces!”. Hasta unas señoras que regresaban con sus tercios de leña, comenzaron a rogar que no le tirara piedras y hasta una de ellas lloró.

Y entre pedradas y pedradas la Cruz sucumbió ante las embestidas, de don Max Carrillo, que comenzó a reírse, diciendo “ya ves, yo tengo más poder que tú”. Apenas se alejó ese iconoclasta medio loco, corriendo vinieron las vecinas a levantar el madero sagrado y lo adornaron con flores silvestres que por esos caminos se da, cual acto de desagravio.

No había pasado ni una semana, cuando don Max Carrillo por extremas diligencias tenía que trasladarse a Izamal de nueva cuenta, y con la prisa tomo su sabucán y su xuux y salió con paso veloz, cuando pasaba al frente de la Santa Cruz, con la cabeza llena de sus pendientes y sus quehaceres, la soga de sus alpargatas, se atoró con unos espinos del camino, y la limpia laja de piedra lo hizo tropezar cayendo frente a Cruz con un brazo roto (otros dicen que fue un pie). Como pudo, se levantó y en vez de ir a Izamal, mejor se regresó a Tekal, al dispensario médico que atendía en la casa ejidal el doctor Gaumer, que para su suerte se encontraba de visita en Tekal, ya que era miércoles.

Apenas se repuso de todo esto, con un gran ramo de flores y dos velas se vio partir de Tekal a don Max Carrillo tomando el camino a Izamal; los vecinos que lo encontraban en el camino se reían de él y le decían “¡ojalá que hayas aprendido don Max, que con lo divino no se juega!”. Sobra decir que como Tekal era un pueblito, la osada acción de tirar piedras a la Santa Cruz fue noticia que se propagó rápidamente de aquellos días.

En las décadas que siguieron la cruz permaneció en su lugar, sin más intervenciones a su favor, el tiempo y su deterioro se hizo presente; pronto comenzó a desgastarse la madera, luego se cayó el travesaño y todo se perdió irremediablemente, nadie hizo nada por reponerla y pasaron los años. Cerca de 15 años, que se había perdido completamente esta dedicación a la Santa Cruz, se volvió a restaurar en su lugar histórico.

En medio de esta pandemia que nos mantiene a todos aislados, y con nuestras Iglesias cerradas, un reducido grupo de amigos se dieron la tarea de volverla a colocar en su altar, se mandó hacer una cruz de madera por conocido carpintero de Tekal, y se pintó de color café. En la tarde del Viernes de Dolores, entre cuatro amigos, fuimos hasta ese lugar a volver a colocar la nueva cruz.

En un principio estaba la interrogante del lugar preciso donde se ubicaba, ya que aparentemente no queda rastro alguno, sin embargo se acordó colocar en una esquina de la albarrada, a la razón de tener una gran piedra con un pequeño orificio. A punta de cincel se comenzó a anchar el orificio, en consecuencia se movió la tierra y el polvo, y al echar el agua apareció una cruz sobre la piedra, que ahí los antiguos tekaleños habían tallado, señalando desde siempre su lugar.

Se fijó bien parada la cruz y con las múltiples piedras se formó una pequeña base donde se coloraron flores y en sus lados sembramos tres gajos de flor de mayo.

Al día siguiente se le puso un sudario y una veladora. Fue de esta manera como ya se encuentra de nuevo instalada en su lugar la Santa Cruz, señalando el camino y guardando el bien a los viajeros. Cruz guardián del cabo Sur del pueblo de Tekal.

Legado de una tarde de Viernes de Dolores.

* Unión de Escritores

Comunitarios de Yucatán

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