Luis Carlos Coto MederosMercedes Matamoros
En “Doscientos años de poesía cubana”, su autor, el crítico y poeta Virgilio López Lemus valora a Mercedes Matamoros de la siguiente manera:
“Se adelantó significativamente al posterior movimiento de la poesía escrita por mujeres en América Latina, por su soltura y hasta desenfado al tratar temas de amor, lo que se advierte sobre todo en su colección de sonetos eróticos “El último amor de Safo”.
1196Reposo
Como errante viajera fatigada,
quiero olvidar del tiempo en que he vivido
la punzadora espina que me ha herido
y la copa de néctar rebosada.
Ni aún siento abandonar la bien amada
tierra hermosa del sol en que he nacido;
¡tanto mi corazón ha padecido
de su triste existencia en la jornada!
Quédanse aquí la gloria, los amores,
los diamantes, los pájaros, las flores,
cuanto a gozar y sonreír convida;
mi único anhelo es verme sepultada
en el seno del Todo o de la Nada,
y no tornar a conocerte ¡oh, vida!
1197El último amor de Safo
I
¡Vengo a ofrecerte mi mayor tesoro!
¡Vengo a brindarte mi glorioso encanto!
¡La que recoge de mi amor el llanto!
¡La que te dice sin cesar: te adoro!
¡Es mi lira! La dulce lira de oro
con que tu hechizo irresistible canto;
cuyos himnos en gozo y en quebranto
son ruiseñores que te forman coro!
En ella enlazo notas y colores,
porque a tus plantas elocuente sea
símbolo de mi vida y mis amores;
¡que es en mis manos la vibrante lira,
flor que se abre, llama que chispea,
onda que ruge, cisne que suspira.
1198IIYo
Tengo el color de golondrina oscura;
sombríos los cabellos ondulantes,
y mis ojos ¡tan negros! son diamantes
en cuyas chispas la pasión fulgura!
Es urna de coral y esencia pura
mi boca, en que los besos palpitantes
buscan –cual pajarillos anhelantes–
de la tuya el calor y la dulzura.
Mi cuerpo es una sierpe tentadora
y en el mórbido seno se doblega
lánguidamente el cuello como un lirio.
¿No es verdad que es tu Safo encantadora?
¡Oh ven! Y en este amor que a ti me entrega,
tú serás el Placer y yo el Delirio.
1199IVArrepentimiento ¿Y vuelves cariñoso?... ¡Bienvenido
con las dulces turquesas de tus ojos,
tus áureos bucles y tus labios rojos,
que en mi regazo encontrarán un nido!
Quédate blandamente en él dormido
sin recordar mis celos, mis enojos,
ellos son de mi amor tristes despojos,
llévelos en sus alas el olvido!
Contempla la pradera perfumada
en que te conocí... Los dos gustamos
de esta gran vid la fruta delicada:
duerme a su sombra; juntos reposemos
sin afán ni dolor... ¡Hoy nos amamos!
¡Quiera el cielo que nunca despertemos!
1200XIMis trenzas
Las trenzas de azabache ¡tan hermosas!
que en espirales a mis pies descienden,
guardan aromas que en el alma encienden
recuerdos de promesas engañosas!
Las cubrieron de perlas y de rosas
esas pérfidas manos que hoy me venden.
Manos que sus guedejas ya no extienden,
ni con ellas se enlazan cariñosas.
Pasaron los contentos de otros días,
Y al morir con tu amor mis alegrías,
¿de qué me sirven ¡ay! mis trenzas bellas?
¡Quisiera que –en serpientes transformadas–
dejaran en tu cuerpo, envenenadas,
de su aguijón sutil las rojas huellas!
1201XIIEl pañuelo
Ayer, en la cajita misteriosa
que encierra tus recuerdos adorados,
entre ramos de mirto deshojados,
otra prenda encontré, ¡la más preciosa!
Tu pañuelo, con mano temblorosa
desdoble, y en los pliegues perfumados
con aromas ya casi evaporados,
desolada oculte la faz llorosa.
¡Cuántas veces con él acariciaste
mi frente, si dormida entre tus brazos,
no despertaba a tus alegres risas!
¡Oh, viento que mi dicha arrebataste!
Como hizo el cruel mi corazón pedazos,
llévaselo en tus alas hecho trizas!