Al recibir el reconocimiento literario en el marco de la inauguración de la 35 edición de la Feria del Libro y Arte Universitario, el escritor, Carlos Vadillo Buenfil, sentenció que la literatura no siempre ha sido aceptada por las sociedades de mente fosilizada o por las esferas del poder.
A quienes el también profesor universitario calificó como, sordas, ciegas y reacias a la crítica y a los cuestionamientos; con las armas de la metáfora, la paradoja y la ironía, la ficción denuncia y desenmascara los racismos y clasismos, ridiculiza los usos y costumbres de los y las que mandan o dirigen, pero también la ficción explora los espíritus canallescos y ruines que circulan por la condición humana
En su discurso de aceptación de reconocimiento en la sala audiovisual “Justo Sierra Méndez”, planteó que la creación artística, pensaba Goethe, debe entretener, alumbrar el entendimiento y ennoblecer el espíritu artístico de sus degustadores.
Señaló que en el caso de la literatura, alumbrar el entendimiento de los lectores ha sido visto por las oligarquías como un evento peligroso, un suceso que atenta contra sus mezquinos intereses y al que hay que evitar por cualquier medio.
Ejemplificó con la novela Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, obra en la que la intolerante autoridad ordena la quema de libros para evitar las disidencias del pensar.
Vadillo Buenfil sentenció que “no es extraño que lo políticamente correcto y la censura, a modo de cruzada, sean las embestidas más recientes contra la literatura, y provienen, en su origen, de las editoriales del país supuestamente más democrático”.
El investigador aseguró que hoy en día está de moda contratar un “sensitive reader”, es decir, un individuo o individua encargada de revisar que los contenidos o los personajes de una narración no sean ofensivos para nadie. “De realizar una auditoría de las ideas, un nuevo macartismo o persecución de los valores estéticos”, apuntó.
Así mismo propuso que la postura como universitarios es mantenernos firmes con espíritu crítico y firmes “ante esta policía del pensamiento y defender la voluntad de los artistas para expresar lo que libremente dicte su invención. Para no caer en censura o autocensura, procederes propios de los sistemas autoritarios”.
Y consideró que la fiesta de la palabra y de los libros, “son refrescantes para la circulación del pensamiento libre y el discurso sin cortapisas de la imaginación, tanto en el círculo de las artes como de las ciencias”.
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AA